GESTION DE RIESGO EN UN DESASTRE
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Jesus Jimenez Laban
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El sistema de defensa civil encendió su luz ámbar después del terremoto de Haití, pero el de Chile fue el alerta rojo. Cualquier cosa puede pasar porque estamos dentro del Cinturón del Fuego. Se ha dicho que se quiere evitar los destrozos que trajo en 1983 el fenómeno de “El Niño” que reporto pérdidas en infraestructura del orden de los 3500 millones de dólares y millón y medio de damnificados. En el fondo, lo que preocupa es la eventualidad de un terremoto seguido por un maremoto –caso Talcahuano en Chile-, lo cual acarrearía pérdidas humanas y materiales. Cifras del Ministerio de Vivienda –que coinciden con investigaciones privadas serias- coinciden en los cálculos. De producirse un sismo de 8 grados en la escala de Richter en Lima y Callao se ha calculado en 51,019 mil el número de muertos, 686,105 heridos con el colapso o desplome de 200 mil 347 casas y otras 348 mil 328 viviendas que quedarían inhabitables .
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La prevención es importantísima. Un diario con fecha 23 de septiembre de 1963 advertía: “Alud amenaza a Yungay”. El 31 de Mayo de 1970, pese a la advertencia de los científicos siete años antes, Yungay fue sepultada. Una emergencia puede darse indistintamente por un huayco, lluvias torrenciales, inundaciones, tsunami (maremoto) y terremotos por lo que es urgente zonificar en todo el país y evitar construir viviendas en acantilados, lechos y cauces de rios. Y estandarizar los protocolos de construcción en las municipalidades.
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La prevención es importantísima. Un diario con fecha 23 de septiembre de 1963 advertía: “Alud amenaza a Yungay”. El 31 de Mayo de 1970, pese a la advertencia de los científicos siete años antes, Yungay fue sepultada. Una emergencia puede darse indistintamente por un huayco, lluvias torrenciales, inundaciones, tsunami (maremoto) y terremotos por lo que es urgente zonificar en todo el país y evitar construir viviendas en acantilados, lechos y cauces de rios. Y estandarizar los protocolos de construcción en las municipalidades.
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Gobierno nacional y regionales juntos deben prevenir y poner los remedios en el marco de una política de Estado haciendo tomar conciencia a la gente del peligro potencial para lo cual se han programado dos grandes simulacros de sismos en el curso de este año y distribuido cartillas de seguridad. Los tres meses que se ha impuesto como plazo la recién creada Comisión Especial Multipartidaria del Congreso de la República parece corto, pero es necesario cambiar la ley, que abra paso al Consejo de Operaciones de Emergencia Nacional y que convierta al Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) en un gran articulador de todas las demás entidades, que libere a los operadores de este plan de emergencia de los filtros de austeridad para contratar personal altamente calificado, comprar tecnología y utilizar la radio para orientar a la gente y crear un mecanismo de seguro de vivienda, revisando la legislación internacional.
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En efecto, en lo que se considera parte de la reforma y modernización del Estado, se habla de la compra de un satélite para alerta de tsunami; de usar recursos del estado, donaciones de 1 sol por usuarios de telefonía móvil y cooperación internacional para construir casas a adonde serian reubicadas las familias en riesgo y activar seguros de vivienda vía los programas habitacionales –Techo Propio, Mi Barrio, Mi Vivienda- para compensar a los damnificados.
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Sin embargo, la eficacia de cualquier gestión de riesgo en un desastre depende de cómo administrar y distribuir el recurso humano. Parece que INDECI será el ente piloto de todo el sistema de defensa civil. Pero la pregunta que salta siempre a la vista es cómo hacer que todas las piezas funcionen en un engranaje tan complicado por el número de instituciones comprometidas en la defensa civil.
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A juzgar por las recientes experiencias de Haití y Chile hay una entidad y cuatro ministerios que, como elementos de choque contra la crisis, no pueden marchar separados. No se puede ocultar la prioridad que tienen los bomberos en su acción de socorro con el sector educación –para guiar y proteger a los niños y sus madres; el sector interior –que garantizará el orden interno junto con defensa-, la salud –para cuidar la vida y asegurar la recuperación de los enfermos. Del mismo modo, se encuentran las que a mi modo de ver serían las antenas de alerta, tales como el Instituto Geofísico –con información valiosa sobre el sismo y sus replicas-; el SENAMHI –la alteración del medio ambiente es una voz de alerta- INGEMMET y CISMID, Instituto del Mar con PREVEN–que funciona en el Consejo de Ministros y que pocos conocen.
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Detrás de esos elementos de choque y las antenas de alerta, pueden ubicarse el Ministerio de Defensa que tiene batallones de reconstrucción, buques cisterna y hospitales de campaña, junto con la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO), las universidades (Católica, San Marcos, Ingenieria y otras) y los Colegios de Ingenieros para la reconstrucción de las zonas dañadas por un eventual terremoto, maremoto o cualquier otro desastre natural, catástrofe o acto de Dios.