20 AÑOS DESPUES... .
Jesus Jimenez Laban (*)
El mundo acaba de celebrar el 20 aniversario del colapso del comunismo y con él la caída del oprobioso y vergonzoso muro de Berlín, símbolo de la guerra fría y prueba documental de que el ánimo esclavista aun vive en las mentes estrechas de algunos líderes del mundo.
El mundo acaba de celebrar el 20 aniversario del colapso del comunismo y con él la caída del oprobioso y vergonzoso muro de Berlín, símbolo de la guerra fría y prueba documental de que el ánimo esclavista aun vive en las mentes estrechas de algunos líderes del mundo.
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Pero ¿por qué cayó el muro de Berlín? ¿A qué se debió el relajamiento de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para que el muro fuera tramontado por gente que vivió aislada del mundo durante casi 30 años? ¿Qué pudo pasar para que la libertad se abriera paso sin temor a las balas si la nomenclatura soviética lo tenía todo bajo control?
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Vale recordar un poco de historia para entender qué es lo que pasó realmente, a la luz de los hechos y de las pruebas históricas. Desde fines de los años 80 y comienzos de los 90, la Rusia de hoy presenció el abandono del sistema por la gerontocracia política –tras una sucesión de muertes de viejos políticos- y el inicio de de una nueva corriente reformista encarnada en su joven líder Mijaíl Gorbachov (54), cuyo primer gran programa fue la reforma del Alcohol que regulo precios, consumo y difusión de bebidas.
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Vale recordar un poco de historia para entender qué es lo que pasó realmente, a la luz de los hechos y de las pruebas históricas. Desde fines de los años 80 y comienzos de los 90, la Rusia de hoy presenció el abandono del sistema por la gerontocracia política –tras una sucesión de muertes de viejos políticos- y el inicio de de una nueva corriente reformista encarnada en su joven líder Mijaíl Gorbachov (54), cuyo primer gran programa fue la reforma del Alcohol que regulo precios, consumo y difusión de bebidas.
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Incluso antes de implementar en su gobierno la Perestroika (una nueva visión política de su país con libertad de empresa y correcciones a la planificación) y el glasnost (política de transparencia, libertad de expresión y de religión), Gorbachov se dio cuenta que el malestar social económico y político de la entonces Unión Soviética era el de sus países satélites, entre ellos los de Europa Oriental que ansiaban y pugnaban por la libertad. Veía que ni el comunismo era el futuro luminoso de la humanidad ni la planificación la panacea de la economía. Su pensamiento encontró resistencias en los radicales quienes dieron un golpe de estado en 1991 que fue detenido por Boris Yeltsin, su sucesor.
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El problema de esta reforma política no era en sí el traspaso del poder de los viejos a los jóvenes. Era en realidad el reto de cómo seguir conduciendo un país hecho pedazos por sobreendeudamiento, una errática política militar y nuclear, terrible crisis económica y malestar social por falta de recursos fiscales. En tres discursos históricos Gorbachov sentó su posición.
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En apretadísima síntesis me refiero al discurso ante el partido comunista PCUS (XIX Conferencia 1988); el discurso ante Erich Konecker, Presidente de Alemania Oriental (RDA), opuesto a la Perestroika: el discurso en una cumbre de desarme con su homologo Ronald Reagan (Diciembre 1987), con quien firmo el tratado INF eliminado los misiles balísticos y de crucero En cierto modo, palabra más, palabras menos, en todos ellos Gorvachov registra un mensaje en común: dejar que los pueblos decidan su destino porque se encuentra atrasado el reloj de la historia soviética.
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Siendo así, para muchos el muro fue derribado por el ansia de ser libres de cientos de miles de berlineses enclaustrados, sin derechos humanos, sin libertad, sin propiedad, sin seguridad como registran las páginas del viejo sistema esclavista romano.
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De este modo, hay quienes señalan que el muro fue derribado por la concertación de fuerzas cristianas encarnadas en el entonces Papa Juan Pablo II –quien junto con el líder obrero Lech Walesa obligo al dictador polaco Jaruzelski a negociar y convocar a elecciones en su país-; en Ronald Reagan, su aliado, y en Margaret Thatcher y Helmut Khol, figuras históricas del derrumbamiento del telón de acero. Otros consideran que el muro se derribó por la fatiga económica de una superpotencia que no podía cargar más sobre sus hombros un presupuesto enormemente desfinanciado para seguir manteniendo a sus países satélites.
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Es con este telón de fondo que el 9 de Noviembre de 1989 se empezó a derribar con picos, martillo y todo lo que la gente encontraba a su alcance lo que el mundo conoce como el muro de la vergüenza que se empezó a construir en 1961, después que Alemania se dividiera en dos versiones de un mismo país (República Democrática Alemana RDA/ República Federal Alemana- RFA) durante largos 28 años o dos visiones antagónicas, la comunista y la capitalista. El ciudadano alemán Fabrizio Bensch, un reportero grafico de Reuters, testigo de la noche que cayó el muro, narra el impacto emocional de ese momento: “Era irreal”, dice. “Crecí con el Muro, pero nunca soñé que sería capaz de caminar sobre él”.
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Tan importante es este acontecimiento que historiadores –totalmente opuestos en su pensamiento- ven en la caída del muro de Berlín una línea divisoria de la historia. Para el historiador marxista Eric Honswan, el siglo XX es muy corto porque comienza con I Guerra Mundial y termina con la caída del Muro del Berlín, es decir empieza en 1914 y termina en 1989, en tanto que para l historiador liberal Francis Fukuyama este hecho, la caída del muro de Berlín, es el triunfo del sistema capitalista y la democracia liberal, vale decir en alusión a su obra cumbre, el fin de la historia.
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(*) Presidente de CENTRUM LABAN
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(*) Presidente de CENTRUM LABAN
