LO QUE SE CALLA
JESUS JIMENEZ LABAN
Las próximas elecciones de Estados Unidos previstas para el año 2012 requerirán de un financiamiento no menor de 5 mil millones de dólares, según fuentes familiarizadas con la situación. Salvando las distancias, llegar a ser presidente en el Perú demandaría un financiamiento de unos 12 millones de dólares, en tanto que llegar a ser congresista se estima en 50 mil dólares para hacer campaña en un distrito electoral en provincias pero rquiere mucho más serlo en Lima Metropolitana para dirigir con éxito las operaciones políticas, según varios comentarios de politólogos y operadores.
Por eso, es bueno que los candidatos, sin que sean requeridos, hagan una declaración jurada de sus bienes para saber de dónde procede el dinero como manda la ley. Claro, lo peor que podría pasar –y eso es extremadamente grave- es que el financiamiento provenga del narcotráfico. Sin embargo, no hay que pensar mal de todos. Nada impediría legamente que un candidato presente sus propuestas y sea una fundación la que financia parte de esa campaña. Después de todo, muchos partidos políticos en el Perú y en el extranjero ha funcionado por décadas con apoyo de donaciones de organizaciones internacionales que promueven la democracia y los derechos humanos.
Podría pasar que el candidato no tenga fondos y por reacción espontánea de los electores recaudara fondos para su campaña tal como lo hizo a través de las redes sociales el entonces candidato Barack Obama con el súbito grito de “Sí se puede”. Puede ocurrir también que el candidato tenga que realizar diversas actividades sociales pro campaña para agenciarse de fondos, lo cual no está prohibido y fortalecer la transparencia del origen de los fondos. Además, ¿por qué ser hipócritas? Siempre ha habido grupos empresariales –dicen muchos- que hacen su bolsa al servicio de la estabilidad del país. Esto se ha hecho desde que la política y los medios tienen uso de razón.
Los políticos no necesariamente se eligen ni se reeligen por la fuerza del dinero. No siempre es así porque puede haber excepciones. Nicolás Zarkozi, presidente de Francia, subió al poder con los votos conservadores de muchos franceses que le cerraron el paso a la bella Segelone Royal, la candidata de las izquierdas, cuya imagen paso rápidamente al olvido. Lograr convencer al Angela Merkel que corrija el ceño fruncido en sus apariciones publicas por una sonrisa angelical en las redes, la pantalla televisiva y en la foto, le significó a la Canciller de Alemania reafimar su liderazgo femenino mundial, consiguiendo la relección como la candidata más votada.
Sin embargo, en el Perú los electorados más difíciles son los que están en las áreas rurales, en el campo, y, de otro lado, en las redes sociales . Se necesita traductores para llegar a las zonas altoandinas del Perú profundo –donde no hablan igual que nosotros en Lima por ser el nuestro un país pluricultural y plurilinguistico- y por usar los códigos que ellos emplean en sus mensajes para que haya entendimiento teniendo en cuenta sus costumbres, sus tradiciones y sus preferencias. Los gestos, los silencios y las actitudes, así como la capacidad de recordación, los dibujos, las marcas y las imágenes más que los textos juegan ahí un rol protagónico, salvo mejor parecer.
Ahí, en la sierra, no funciona el buen titular, el sicosocial ni el buen orador sino la generación de simpatía por la cual las grandes mayorías expresen el mismo sentimiento, un viejo concepto que manejaba en su psiconálisis el siquiatra Sigmund Freud y que mucho antes -sea por habilidad innata o adquirida- dominaba muy bien el tres veces presidente de Peru Andres Avelino Cáceres, el Brujo de los Andes, durante la Guerra del Pacífico. Ahora, el reto es que estos campesinos voten por quien quieren realmente votar sin manipulación alguna para lo cual se requiere una tarea de educación por un voto informado frente a la propaganda política que, en algunos casos, podría explotar los sentimientos de personas que no conocen la realidad en la que se mueven.
En cambio, la otra fuerza –la que puede decidir las elecciones en esta consulta presidencial 2011- está ahí sentada, distraída y expectante con todo su potencial en 5 millones de cabinas de internet y 29 millones de teléfonos, la mayoría de los cuales son operadas por personas muy jóvenes. Con este inmenso ejército de jóvenes, sí cuenta, en cambio, el dominio de las redes sociales, el tamaño de letra, el titular, la letra en negrita, el subrayado, pero sobre todo la imagen, el lenguaje visual más que el texto. Sin embargo, con razon o sin ella, hay quienes creen que las redes sociales tienen un impacto que alcanza al 5 o 10 por ciento del electorado.
Sea como fuere, Las redes sociales no están llenas de gente pasiva como pasa con la televisión antigua sino repletas de interactividad y con un gran poder de multiplicación de mensajes tanto para lo bueno como para lo adverso, de manera que cualquier movimiento en este segmento puede tener efecto de boomerang que hay que manejar con cuidado. Una prueba de esto es la campaña de Dilma Rouseff, la la candidata de Lula en Brasil que ha desatado un guerra encarnizada en las redes sociales.
Esta no es pues una campaña de cocineros, con el respeto que merecen los profesionales de la gastronomía, sino de caníbales políticos en una selva enmarañada por las interceptaciones telefónicas, las presiones, las cortapisas, las mordazas, las cortinas de humo, los destapes con información –voces, datos e imágenes- de origen ilícito- para atrapar a su presa. El origen ilícito es un delito, pero podría haber excepciones cuando se trata de un delito flagrante, como editorializa un diario valorado y respetado en Lima. El problema surge cuando los agentes del mal usan entre estas armas publicitarias y de propaganda las del reino de terror. Goebells, el siniestro lugarteniente de Hitler, propulsor del odio racial y padre de la mentira repetida mil veces, conocía esto a la perfección para tragedia de la humanidad.
A veces, la propaganda como ciertas drogas, pueden servir tanto para curar como para matar, dependiendo del uso que se haga de ellas. Lo mismo ocurre con las armas, -dice Fingemann- utilizables en la defensa o en el ataque. Es el factor sorpresa, la fuerza invasiva de privacidad en las comunicaciones, el silencio calculado y el impacto negativo en la opinión publica para hacerla migrar desde la simpatia por un candidato al acto de votación por otro que esos gentes quieren de espaldas a la voluntad real del elector, lo cual interfiere la voluntad popular en las urnas que debe ser un acto libre. Por con siguiente, lo importante es no dejarse manipular y estar prevenidos porque cualquier cosa puede pasar.