viernes, 18 de junio de 2010

¿PUEDE PARAR EL EXODO LATINO DESPUES DE LA LEY ARIZONA?


LA LUZ ALUMBRA DESDE WASHINGTON

JESUS JIMENEZ LABAN

La familia es lo más importante en la vida de una persona. Se ha dicho que la unión familiar es fuente de estabilidad emocional. La vida no es completa con padres unidos, pero hijos distantes, separados, desarraigados. La vida no es vida con hijos que apagan sus sueños al ver deportados a sus padres para no volver a estar nunca más juntos.

Con desesperación y angustia miles de padres de familia cuidan como un tesoro lo que consideran justifica su existencia: sus esposas, sus hijos, sus padres, sus demás parientes. Y es que puede venir una avalancha de detenciones, encarcelamientos, deportaciones o expulsiones, de ponerse en vigencia una legislación que destroza la unidad familiar.

La disyuntiva está en quedarse a resistir sin sentido una ley o abandonar la tierra que los acoge, lo cual significa cambio de empleo, tocar el dinero de los ahorros, transferencia de propiedad, pago de seguros, traslado de colegio y universidad para los niños y jóvenes y empezar una nueva vida, lo cual cuesta mucho.

Viendo tal como está las cosas, sinceramente no creo que la SB 1070, más conocida como a Ley Arizona, entre en vigencia desde fines de Julio de este año. Es un sinsentido criminalizar a alguien por no tener documentos, algo que puede pasar como una falta. Y no creo que prospere la ley no tanto por la presión que ejerce la comunidad latina como por el malestar que ha creado una decisión estatal sobre el gobierno federal.

¿Puede revertirse la situación? ¿Hay esperanza de que la ley no se haga efectiva? ¿Qué se deje en paz a millones de latinos radicados en Arizona? Viendo las cosas con objetividad, diría que ello depende de cómo el Fiscal General o el Departamento de Justicia defienden la pretensión del gobierno ante los tribunales y de qué manera un sentimiento pro-hispano se apodera del Capitolio, donde hay posiciones divididas, polarizadas y radicalmente opuestas.

Dicho de otro modo, se requiere los que jueces escuchen –lo cual parece probable- las razones del gobierno y que los senadores y representantes hagan eco de la propuesta colegiada de varias organizaciones civiles que representan el poder del voto latino. En esencia, se necesita asegurar la prevalencia de lo federal sobre lo estatal, es decir, recuperar el principio de autoridad.

Obviamente, en un país golpeado por el terrorismo, por el narcotráfico y por el crimen organizado, resulta normal que Estados Unidos de Norteamérica tome las medidas de protección ciudadana. De ahí que conocer la identidad de las personas, saber quién entra y sale del territorio, cuántos son y dónde están, se han convertido en prioridades de la seguridad nacional.

Como apunta la Organización de Estados Americanos OEA, en su reciente Cuadragésimo Periodo de Sesiones, el problema debe atenderse dentro del marco de los derechos humanos. El movimiento migratorio no es una actividad delictiva sino un fenómeno natural -de este a oeste de sur a norte- que se repite en la historia mundial. De manera que el tema de los indocumentados es un problema a resolver entre Estados, algo que empieza a hacerse sentir en los foros hemisféricos –primero fue UNASUR y ahora la OEA- aunque la Ley Arizona no figurara en la agenda de las sesiones plenarias, junto con otros temas delicados tales como el control de Armas, Honduras, la soberanía de Las Malvinas, la salida marítima de Bolivia y la reconstrucción de Haití.

Este es un año electoral de cara a los comicios legislativos de noviembre próximo. Por ello mismo, se hace más difícil decidir el debate de una reforma migratoria. Basta ver –habría que hacer un sondeo a nivel nacional- cómo la opinión pública apoya mayoritariamente la Ley Arizona, lo cual envía el mensaje de que gran parte de americanos no mira, como es natural, con simpatía la ilegalidad, aunque esto no necesariamente pareciera ser un sentimiento anti-hispano.

El destino de los irlandeses que terminaron siendo mayoritarios en Estados Unidos, será el de los latinos que para el año 2060 se convertirán en primera mayoría en el país del norte.

[1] LIVING PERU, Marzo 2010

[2] JAMES GAGEL, Experto en Migraciones, 2008

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