jueves, 1 de julio de 2010

Una esperanza en el horizonte migratorio

LA LUZ ILUMINA DESDE WASHINGTON

JESUS JIMENEZ LABAN

A mi modo de ver el Presidente Barack Obama ha dado un discurso excelente sobre el futuro de los inmigrantes, teniendo como escenario la Facultad de Diplomacia de la Universidad Americana en Washington. Es cierto, como apuntan algunos analistas, que el Presidente no mencionó un plan, calendario de eventos ni pasos a seguir, pero es manifiestamente clara la voluntad política para echar a andar la reforma migratoria en el Capitolio.

Esta es una cuestión de matemática. Sólo existen 200 demócratas a favor de la reforma, es decir una minoría si sumamos senadores y diputados que faltan en el conteo. Cabe recordar que el número total de representantes está fijado en 435, en tanto que el número de senadores asciende a 100. Sin embargo, es el gobierno personificado en Obama el que empuja esta reforma como un imperativo moral que puede tener el mismo destino que las otras dos, la reforma sanitaria y la reforma financiera que pasará al Senado para su aprobación. Los sufragios demócratas sólo llegan a 58 y son necesario 60 votos de manera que es imprescindible el apoyo de la oposición republicana para sacar adelante la reforma, ha reconocido el mandatario.

A diferencia de otras voces deprimidas, soy optimista porque el tema de la inmigración –un asunto de valores en Estados Unidos- empieza a ser visto con significado económico y hasta logístico. No se puede deportar de golpe a 12 millones de personas, pues de ser así sería un desembolso presupuestal sin precedentes y todos los tribunales de Estados Unidos quedarían abarrotados sin darse abasto para atender otros casos judiciales, se comenta.

Por ello, nada menos que el mismo Presidente Barack Obama ha reconocido que la reforma inmigratoria está rota. No sólo no hay logística para deportar a tantos sino problemas burocráticos para quienes –siendo legales- tramitan su residencia, pero tienen que esperar –como ha dicho el Jefe de Estado, varios años. Esto explica por qué la propuesta bipartidista Schumer-Grahan habla de que los ilegales deben volver a casa y esperar ocho años para que los llamen en los trámites de su residencia.

Con el respaldo de aproximadamente 200 demócratas que están por la reforma, sindicatos, grupos de activistas y movimientos religiosos, el Presidente Obama ha querido dar un golpe mediático. Es algo como decir al inmenso flujo de inmigrantes “la Casa Blanca está con ustedes, nosotros tenemos voluntad de hacer cosas pero el escollo mayor viene de los republicanos”.

Es altamente probable que en un año electoral sea esta parte de una estrategia política para recuperar el control en la Cámara de representantes y en la Cámara de Senadores. Siendo así, si hay algo que brinde una solución a este problema migratorio es la estrategia –táctica y matemática- y la negociación fina. Parece ser un trabajo de persuasión contra el tiempo –las elecciones son en noviembre de este año- para alcanzar el objetivo mayor: la reforma migratoria en el Capitolio. Negociar con los republicanos sobre lo que más conviene hacer pasaría por hacer conocer las ventajas y las desventajas de esta iniciativa, algo que el Presidente ha empezado a hacer ya públicamente.

Sin embargo, lo que podría llamarse la contra estrategia –la de los republicanos- apunta a un objetivo distinto al de Obama, recuperar en estas elecciones la mayoría en ambas cámaras legislativas. En el cálculo republicano, según varias opiniones, estaría seguros de la victoria, aun sin el apoyo de los inmigrantes latinos y de otras nacionalidades porque contarían con una opinión pública americana muy a su favor, según las últimas encuestas.

Para muchos inmigrantes resulta crucial alcanzar una mayoría aplastante con la participación masiva a las urnas. Podría pasar, como ocurrió para las elecciones del 2008, que la fuerza migratoria decida con sus votos los resultados en las elecciones de Noviembre de este año.

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