sábado, 11 de octubre de 2008

EN BUSCA DEL PACTO SOCIAL

Jesús Jiménez Labán
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Tras un escándalo de corrupción, el Perú tiene un nuevo gabinete ministerial. Se ha dicho que el tema de fondo es poder enfrentar juntos el impacto de la crisis internacional. Junto con ello están los retos de la recuperación del principio de autoridad, el dialogo con incrédulos sectores sociales y combate al narcoterrorismo, que sume en luto y dolor al país, y la corrupción que inquieta a inversionistas porque se podría pensar que para hacer negocios en Perú hay que hacer arreglos bajo la mesa.
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Momentos después conocerse la designación menudearon las especulaciones. “No vaya a ser que los empresarios quieran hacer maletas por tener como Primer Ministro a un hombre de izquierda” “No vaya a ser que los sindicalistas se quieran subir al carro para ocupar el lugar del piloto”. Nadie se va ni nadie debe frotarse las manos porque el país reclama unión de todos los peruanos ante una crisis financiera sin precedentes.
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En sus palabras iniciales, Yehude Simon, el nuevo primer ministro, que no oculta sus planes de candidatear en el 2011 para presidente de la república, ha pedido una reunión urgente con el empresariado –Confiep, SNI, Adex, CCL- y lanzado una invocación a los sindicatos –construcción y educación- en la búsqueda de una tregua. Este gabinete buscará ser representativo de las provincias que piden a gritos mayores recursos, pero queda aun flotante la pregunta si un primer ministro independiente, de centro izquierda y seguidor de Mariátegui podrá hacer química con Luis Valdivieso, un ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI).
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Hay quienes creen que habrá la tentación de aumentar impuestos, pero primero habrá que ver como se sigue desengrasando la administración pública. Hay mucho de cierto en aquello de que no se ha logrado aun, por ejemplo, reducir el 40% de los costos de los programas sociales. Se intentará una política de puertas abiertas.
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Definitivamente, es un jefe de gabinete que asegura no haber puesto sus condiciones antes de asumir el cargo. Unos creen que este parece ser una reedición del gabinete Hercelles en las postrimerías del primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry. Otros reclaman rendición de cuentas cuando faltan aun dos años y medio de gobierno.
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Por lo pronto, la recomposición ministerial prescinde de los servicios de la mayoría. Sólo los ministros de economía, relaciones exteriores, comercio exterior se mantienen en sus cargos. Parece fácil deducir que la presencia de Luis Valdivieso tranquiliza a las inversiones y a Wall Street porque no vislumbra un cambio de timón en la política económica, aunque sí se le dará un rostro social, de inclusión y de lucha contra la pobreza.
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El ejecutivo en la persona de Simon debe concertar un pacto social con las diferentes bancadas partidarias, la empresa y la sociedad civil, pero acaso uno de los mayores escollo sea el Apra debido a la existencia de facciones encontradas, los del ala derecha y los del ala izquierda, lo cual, de no jugarse por el nuevo gabinete, que se guiara por los ideales de Haya y Mariátegui, podría afectar la gobernabilidad del país. Otro factor que pondría en riesgo el sector energético sería el nacionalismo en su persistencia de revisar todos los contratos petroleros en el Congreso. Hay quienes piensan que no sólo basta el hombre del diálogo encarnado el nuevo Jefe del Gabinete sino en la designación de técnicos para echar a andar la nave del Estado.
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El Apra ha perdido presencia en el ejecutivo, pero no esto no justifica que le quite el respaldo a su propio gobierno. Simon pide apoyo a los apristas y Mauricio Mulder le asegura que tendrá a los 36 parlamentarios de su bancada. Los partidos son la columna vertebral de una democracia, misión para la cual se requiere servicio, ponderación y responsabilidad.
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Esta es una situación casi inédita en las que las dudas ciudadanas serán despejadas muy pronto. Habrá que ver.

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