viernes, 27 de julio de 2012

EL DIA DE LA INDEPENDENCIA


EL DIA DE LA INDEPENDENCIA

JESUS JIMENEZ LABAN

El Perú oficial inició su formación el 28 de Julio de 1821, Día de la Independencia, fecha de enorme significado para los derechos fundamentales de los peruanos y el de un Estado independiente de la monarquía española. Este acto dio origen y consolidó la creación de la República del Perú y con ello el rompimiento del Virreinato.

"El Perú desde este momento es libre e independiente por la voluntad de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende", encierra pues un grito sanmartiniano de libertad para el hombre oprimido y conculcado en sus derechos fundamentales durante siglos de dependencia colonial y virreinal y de acatamiento a la voluntad de las grandes mayorías por un Estado naciente y libre de cualquier potestad extranjera.

Definitivamente, este largo y acariciado sueño cierto de los pueblos se resume con unción patriótica en las primeras palabras de la estrofa de nuestro himno nacional: "Somos libres, seámoslo siempre"

A los ojos del historiador, quiso el generalísimo don José de San Martín -El Santo de la Espada- que este llamado al respeto de la dignidad de las personas y la voluntad popular resonara alto y fuerte en los oídos de la aristocracia recién convertida a la causa libertaria, sea por convicción al nuevo discurso político, sea por temor a la represalias y pillaje de indígenas, negros y mulatos y montoneros patriotas que participaron con valentía y arrojo en la gesta libertaria.

Pero, ¿cómo estaba Lima en ese momento de la proclamación de la independencia del Perú? Fue en una mañana lluviosa y con cielo gris el ambiente en el cual el Libertador San Martín, tras llamar a Cabildo, proclamó la libertad repetidamente en varias plazas públicas de Lima del Perú. Había entonces una población mayoritariamente negra y mulata -tal como lo atestigua en su visita al Virrey José de la Serna un ilustre navegante ruso que desembarco en Lima, según documentos históricos.

Sin embargo, en ese momento las fuerzas realistas aun no habían abandonado el país. El Día de la Independencia con Jose de San Martín, precisamente, se veían independientes Lima junto con el norte peruano, en tanto que la sierra peruana y el Alto Perú seguían siendo realistas. El sello definitivo de la independencia vendría después con Simón Bolívar.

Fue indiscutiblemente una ciudad sitiada por las armas del Ejército Libertador que hicieron replegarse al enemigo realista hacia la sierra sur del Perú con don José de la Serna después de ordenar éste resistir en la Fortaleza del Real Felipe, convirtiendo al Cuzco en la nueva capital del Virreinato del Perú.

Vale recordar que La Serna, más allá de 1821, opuso resistencia en la costa y en la sierra, desde Cuzco hasta Jauja. Aunque todavía con el respaldo y apoyo militar de la Corona española y con fuerzas realistas en movimiento frente a las patriotas, se dice que sus fuerzas estaban política y militarmente derrotadas.

Además era poco probable -si no imposible- que las fuerzas realistas recuperasen Lima tras el ingreso triunfante de El Libertador, aun cuando La Serna tuviera un reducto en Real Felipe. Esta lectura cobraba fuerza con Expediciones Libertadoras que corrían de sur a norte con José de San Martín y de norte a sur con Simón Bolívar en el episodio final de la guerra por la independencia. 

Además, actos previos como el primer grito libertario en Trujillo protagonizado por el marques de Torre Tagle, el alzamiento de los granaderos realistas en Cuzco, el paso del batallón Numancia a las filas de los patriotas, la reincorporación de la columna de la sierra de Álvarez de Arenales a la Expedición Libertadora en la costa, y el golpe mortal a la marina realista en el Pacífico con la captura de la fragata Esmeralda.

Tal escenario de guerra habría decidido a la aristocracia de entonces en la resolución de abrirse paso al lado de San Martin hacia el acto de proclamación de la independencia de aquel 28 de Julio de 1821. Para muchos tal circunstancia hizo que la aristocracia se adhiriera al Protectorado del Libertador San Martín que buscaba para el Perú una monarquía constitucional influida por la corriente liberal inglesa. De manera que la aristocracia -–siguiendo investigaciones inéditas- se habría unido instintivamente más por un motivo patrimonial, de defensa y cautela de sus activos y por el temor a represalias contra la élite de aquel momento que por una actitud de lealtad o de indetificación con al nuevo régimen, según varias opiniones.

Vistas así las cosas, el Día de la Independencia marcó el inicio de la gestión del Estado próximo sino también el cambio de manos -de españoles a ingleses en las actividades extractivas, productivas y comerciales-, lo que queda en evidencia en la presencia del escoses Lord Cochrane al mando de la escuadra libertaria y en la ideología política tanto de San Martín como de Bolívar que también defendió la idea de una monarquía pero con inspiración bonapartista.

Fue, pues, en la proclamación de la independencia del Perú el momento culminante en que resonaron, en cierto modo, las ideas del enciclopedismo francés, el saber, la educación, la república, la democracia, la libertad natural del hombre que defendieron Montesquieu, Rousseau, D`Lambert y Diderot.

De este modo, el acto de proclamación de la libertad y de la independencia protagonizado por José de San Martín fue un acto jeffersoniano. El Libertador, como Thomas Jefferson en la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776, visionó al Perú como “la fuerza detrás de un gran imperio de la libertad que promoviera la democracia y la lucha contra toda forma de dominación”, lo cual ha tenido y tiene innegable categoría en todas constituciones políticas que ha tenido el Perú en 191 años de vida republicana.

Siguiendo el mensaje libertario, por las consideraciones antes expuestas, no extrañaría que hubieran estado juntos en una misma voz -en el momento de la Proclamación- aristócratas, indígenas, negros, mulatos e indios recorriendo juntos plaza por plaza. Como es de suponer, fue una presencia conjunta en un acto simbólico de libertad e independencia habida cuenta que la consolidación de las mismas -después de San Martín- se dio en las batallas ganadas por Simón Bolívar, también Libertador del Perú, en Junín y Antonio José de Sucre en Ayacucho.

Quizás este acto histórico -la proclamación de la Independencia del Perú- no habría tenido lugar en la fecha de la celebración de las Fiestas Patrias -como pasa en la actualidad- si las huestes napoleónicas no hubieran mellado los ejércitos de Fernando VII, lo cual debilitó la relación de la Corona con el poder en el Perú, pese a que ya existía para no debilitar, precisamente, ese vínculo representantes ante las Cortes de Cádiz, el congreso español integrado por representantes latinoamericanos, entre ellos peruanos, en la Madre Patria. Dicho de otro modo, “las cortes delinearon por medio de la Constitución liberal de 1810, vigente también durante 1820-1823, una organización territorial, política y administrativa que incluía a los territorios americanos”

El Día de la Independencia fue también muy significativo para asegurar y garantizar la independencia de los demás países de América del Sur, muchos de los cuales se habían emancipado desde 1808 a escala continental. Desde aquel Día, el amor a la Patria -la tierra de nuestros vivos y de nuestros muertos, recordamos con orgullo y unción peruana aquello de "EL PERÚ ES DESDE ESTE MOMENTO LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE". VIVA LA PATRIA ! VIVA LA LIBERTAD ! VIVA LA INDEPENDENCIA".

Con el agradecimiento al ilustre profesor César Arias Quincot por su pensamiento, sabiduría e investigación de la historia del Perú. 

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