viernes, 1 de mayo de 2009

UN RAYO DE ESPERANZA



Gripe porcina
UN RAYO DE ESPERANZA
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Jesus Jimenez Laban (*)
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Hace menos de un siglo cuando la gente se enfermaba no tenía manera ni idea cómo evitar los fallecimientos por el virus de la gripe. Según investigaciones recientes, las personas responsabilizaban por el brote a cualquier cosa, desde plantas hasta viejos libros empolvados. La ciencia no había descifrado aún el ADN del virus.
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Millones de personas han muerto en el último siglo debido a los estragos de la influenza, virus recién descubierto en 1933 por un equipo de investigación británico. El culpable de las nuevas muertes es ahora una novedosa cepa (H1N1), que porta material genético mezclado con humano. Es realmente imposible saber con certeza qué animal pasó el virus al primer paciente humano y qué, cómo, cuándo y por qué este virus llegó a convertirse en lo que es.
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Para muchos lo extraño aquí es que un animal puede contagiar a un ser humano y luego el contagio puede producirse de persona a persona de manera masiva, temor que todavía tiene la OMS que ha colocado el problema en el nivel 5 en un escala de 6.
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¿Por qué México ha sido el epicentro de este terremoto viral? Esta es la pregunta del millón. De las rápidas lecturas sobre el tema, me llamó la atención la opinión de Uriel Kitron un científico de la Universidad de Emory que atribuye esta infección al cambio climático. “La transmisión de la enfermedad –dice Kitron- se produce cuando la gente se mueve de áreas rurales a metrópolis, donde continúan con su agricultura de subsistencia en medio de hacinamientos, animales domésticos y pobres condiciones de salubridad”. Portadores del virus son también la deforestación, alteración del paisaje y el cambio de los patrones de migración de animales que ponen al hombre en contacto con la vida salvaje.
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El virus H1N1, más comúnmente conocido como gripe porcina, es más eficaz en velocidad que el sida y la viruela, según los expertos. Es decir, se propaga más rápidamente por lo que se recomienda ir de inmediato al médico apenas aparezcan los primeros síntomas que pueden confundirse con una gripe común: Decaimiento, secreción nasal, dolores en músculos y articulaciones, fiebre, dificultad para respirar y hasta vómitos y diarrea.
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Esto, por supuesto, no se sabía en el año 1918 cuando la gripe mató a 100 millones de personas. En 1957 la gripe asiática acabó con 2 millones de vidas y en 1967 la gripe de Hong Kong cegó la vida de 1 millón de seres humanos. La de hoy viene a ser, por decirlo así, la cuarta plaga, pero hay un rayo de esperanza y es que la ciencia y tecnología han evolucionado de manera sorprendente en el campo de los biogenética.
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Hay que destacar que frente a la rápida expansión de la epidemia, científicos de México, Estados Unidos y Nueva Zelanda colocaron en una biblioteca pública por internet 34 muestras del ADN del virus para que otros científicos –imagino que los nuestros también están en lo mismo- puedan usar esas muestras para crear nuevas herramientas contra el virus letal: kits de diagnostico rápido y vacunas.
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La sentencia urgente es que si uno se descuida, la muerte acecha. No se trata, entonces, de decir “voy a esperar que pase la fiebre para después ir al médico” Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), pasando por Harvard, Emory, Standford hasta nuestras autoridades de salud, la recomendación es la misma: Las personas sanas deben lavarse las manos con agua y jabón o alcohol, usar tapabocas mantener limpias las chapas de puertas y ventanas, ventilar las habitaciones, en tanto que los enfermos debe evitar salir de casa y abstenerse de ir a colegios, oficinas o aglomeraciones o ambientes cerrados.
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Como medida de prevención Estados Unidos se ha adelantado al nivel 6, es decir, el máximo estado de alerta. Otros países han tomado diversas medidas tales como cancelar los vuelos procedentes de México, redoblar el control en los puertos, monitorear los aeropuertos. Incluso se hablo de romper la patente del Tamiflu, lo único que se han inventado en los laboratorios hasta ahora para combatir el mal, dado que no existe aun vacuna y para crearla se necesita un mínimo de seis meses.
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Creo, por consiguiente, que no debemos tomar a la ligera el problema bajando la guardia porque no se ha confirmado aún la cepa. Creo que es importante estar atentos al paquete de ayuda que ha dispuesto el Banco Mundial en auxilio de los países en emergencia, lo mismo que la activación del plan de contingencia que tiene Peru con la OMS y la inmensa tarea de prevención a la que están llamados los sectores salud, defensa, educación, interior y transporte, junto con la movilización de la comunidad a través de los gobiernos regionales y gobiernos locales. Podemos estar preparados, pero podría no ser suficiente. Hay que evitar muertes. El Perú debe estar prevenido.
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(*) Presidente, Centrum Laban

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