miércoles, 27 de agosto de 2008

HABLA EL MINISTRO DE ECONOMIA

PENSAR EN LO MEJOR Y PREPARARSE PARA LO PEOR
Por Jesús Jiménez Labán

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En reciente sesión plenaria, la oposición hizo una descarga de rabia en el Congreso por la economía del país. De todo lo que se dijo ahí lo más relevante es que las cifras que exhibe la Administración son mentirosas –la inflación es aun más alta-, que la gente tiene más capacidad de consumo porque “se ha endeudado hasta el cuello” y que los aranceles han bajado para beneficiar a ciertos grupos sin sentido algunos para los sectores más necesitados.
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La reacción se explica, en cierto modo, en el reflejo de la crisis internacional que empezó golpeándonos por el petróleo y los alimentos. Ahora viene otro golpe, la desaceleración de la economía mundial. Por eso, Luis Miguel Valdivieso, ministro de economía, pide al país “guardar pan para mayo” lo cual implica mantener la reserva acumulada por los todavía buenos precios de los metales, mantener los ingresos fiscales –impuestos que paga la gente-, aumentar el superávit y moderar el crecimiento para cerrar el paso al “cuco” de la inflación que asusta a quienes conocemos sus efectos perversos. Con esta lógica ministerial –modular crecimiento, reducir el gasto corriente bajar la inversión privada de 23 a 24 por ciento y la inversión pública de 39 a 20 por ciento- “se garantiza la fuerza laboral, persiste la inversión y los negocios no paran”.
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Con anterioridad, el Banco Central de Reserva (BC) hizo sus movimientos en el encaje y las tasas para alejar el fantasma de la inflación. Por su parte, en esta misma línea, la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) intenta mejorar la calidad de los préstamos, vale decir, frenar el flujo de dinero de banca a usuarios en el afán de enfriar la economía. Se quiere, según la norma, evitar un sobreendeudamiento tanto en los créditos hipotecarios como en las tarjetas de crédito y de consumo. Se ha detectado que un mismo usuario tenías dos o más prestamos, lo cual hace difícil su devolución o que honre sus obligaciones.
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Pese a todo, el Ministro Valdivieso ha recomendando “pensar en lo mejor y prepararse para lo peor”
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Los exportadores, que ya tienen bastante con los decretos legislativos 1110 y 1173, y los industriales, con la negociaciones de cara a un acuerdo comercial con China, no entienden esta lógica porque esta medidas serian recesivas en un momento en que estamos en el mejor escenario para seguir creciendo. Junto con ellos, algunos ministros están enojados por los tijeretazos presupuestales pues grandes sorpresas habrá en el presupuesto a debatirse desde septiembre. Se habla, a manera de ejemplos, de un recorte de 1000 millones de soles el sector transportes –Transoceanica, Tren Electrico etc.- y de otro por 40 millones el Instituto Peruano del Deporte pasando al olvido el sueño olímpico. Esto, por supuesto, sin contar las urgencias del sector educación –que requiere 3% del presupuesto según el Acuerdo Nacional- otro tanto el Poder Judicial para implementar el nuevo Codigo de Ejecucion Penal (NCEP), de manera que la pelea de fondo, como lo admite el Ejecutivo, va a estar en el Congreso.
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La crisis del petróleo se ha convertido en un monstruo que devora los recursos fiscales. Y nos seguirá golpeando. Hemos amortiguado el golpe con un colchón de 4500 millones de soles que salen de la caja fiscal, además de una reducción del Impuesto Selectivo al Consumo por 1500 millones de soles, según cifras oficiales. Se temió en un primer momento un “paquetazo”, pero el ministro ha optado por seguir con el subsidio y evitar traumas en los bolsillos. Nadie sabe hasta cuándo podremos resistir así.
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Entretanto, pareciera que el titular de economía quisiera quitar los recursos a los gobiernos regionales y locales. Aclarando el tema, lo que quiere es poner los proyectos en subasta. Es decir, “premiará” a los mejor sustentados, viables y rentables, olvidando los proyectos chicos y dando preferencia a los impacto local, regional y multirregional para disminuir la iniquidad social. Paralelamente, hunde el bisturí en los programas sociales. No hara una fusión, pero sí pedirá cuentas –con padrones en mano- sobre el destino de los recursos y reducirá la planilla para evitar duplicidad de funciones creando la ventanilla única en los programa sociales en provincias.
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El tema de fondo es que hay recursos financieros disponibles, pero los ejecutores de los gobiernos regionales y municipales, salvo raras y honrosas excepciones, no saben elaborar proyectos de acuerdo con los estándares internacionales, a partir del Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por eso, se requiere aquí redoblar los esfuerzo coordinado entre una agencia oficial de asesoría técnica, ONGs, fondos de fomento y equipos de planeamiento estratégico. También, por supuesto, las universidades públicas y privadas están llamadas a ayudar a vencer este reto.
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De manera tal que esta nueva realidad requiere contratación de personal especializado, cuadros técnicos con experiencia y asesores internacionales de la cooperación técnica internacional, inclusive si hay decisión de invertir en el mercado bursátil como lo han hecho con éxito municipalidades y universidades tanto en Lima como en provincias. Hay que dar poder, empowerment, pero estar tras de cada una de las decisiones de cada empoderado. El Sistema Nacional de Inversión Pública, SNIP, es precisamente eso, un semáforo que sigue y monitorea, advierte los riegos y peligros y verifica la velocidad de los proyectos.
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John F. Kennedy decía que hay que delegar, pero “debemos tener el ojo bien abierto”. Alguna vez Ronald Reagan, en las conversaciones de desarme, le dijo a su interlocutor Mijail Gorvachov "Confió en usted, pero déjeme verificar".

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