jueves, 1 de julio de 2010

Salidas y ventanas


REFORMA MIGRATORIA UN MOSAICO DE RETOS

JESUS JIMENEZ LABAN

El objetivo mayor es la legalización de los indocumentados. 2010, año de elecciones legislativas, puede ser la oportunidad para fabricar armas legales en el Congreso a fin de trazar el nuevo camino de solución a 12 millones de inmigrantes sin papeles. En recientes encuestas una gran porción de la torta estadística aparece con una opinión pública en contra de los inmigrantes ilegales. Para muchos si la sociedad norteamericana no ve claramente el problema, lo que se necesita es hacer notar las ventajas económicas del trabajo de los inmigrantes por su generación de riqueza y los impuestos que aportan al país, según varias opiniones.

Este es un punto que el Presidente Barack Obama ha tocado en su discurso en la Facultad de Diplomacia de la Universidad Americana en Washington para sensibilizar y presionar al grupo de republicanos mientras capta el apoyo de sindicalistas, activistas y grupos religiosos que le piden ejercer liderazgo en el tema. Vistas así las cosas, el Presidente Obama justica un nuevo sistema migratorio como reflejo de valores en un Estado de derecho y país de inmigrantes, aunque en la realidad “hay un Capitolio que, pese a las presiones, se resiste a volver la mirada hacia los indocumentados”, comenta el profesor americano Daniel Suárez.

Como se sabe la propuesta delos senadores Charles Schumer (demócrata) y Lindsey Grahan (republicano) -que sirve como punto de partida para defender la reforma migratoria en el Congreso- impide que empresarios den empleo a los ilegales y regula la conducta de aquellos que teniendo clara la fecha de vencimiento de su visa, se quedan en el país más del plazo legal. Según su texto, habrá un sistema sofisticado de control de la seguridad social para verificar la legalidad en las relaciones laborales entre trabadores y empleadores. Será difícil –si no imposible- para los inmigrantes ilegales trabajar para un empleador minuciosamente chequeado y monitoreado por un sistema electrónico (E-verify).

Otro punto que contempla es el uso de tecnología segura para detectar a ilegales que, luego de la reforma, tendrán que poner su huella digital en equipos electrónicos para su fácil identificación y conocer su real situación legal, fuera del mecanismo que ficha a los indocumentados por haber entrado sin permiso al país. Aunque no lo dice taxativamente, el proyecto contempla una partida presupuestal para implementar los tribunales a fin de operar con más rapidez en la legalización de las personas o apurar las deportaciones que son tremendamente lentas. Tanto que al parecer, según se informa, que no existe un registro completo de cuántos indocumentados hay en las cárceles. Por ello se ha dicho que la reforma será dura, pero justa.

No cabe duda que todos apostamos por una reforma migratoria que vele por los derechos de los inmigrantes, sea los documentados o los ilegales, cuya situación deben regularizar a la luz de la nueva norma. En esta línea, un punto importantísimo e indiscutible –que debe reforzarse por un criterio justificado de seguridad nacional- es que la mencionada reforma legislativa levante las barreras al ingreso en la frontera a terroristas, narcotraficantes, depredadores sexuales, traficantes de armas y traficantes de personas.

Dentro de este contexto, en un momento en que la reforma sería una realidad a comienzos del 2011 rondan en la cabeza de legisladores y ciudadanos preguntas como éstas: qué reforma queremos, qué contenidos deben ser los más juiciosos y dónde hacer las enmiendas. Es fácil decir, una reforma a la medida de los intereses de Estados Unidos y con respeto de los derechos fundamentales de sus beneficiarios, pero pocos –incluyendo a los políticos- hablan de un plan, un calendario de eventos y pasos a seguir para alcanzar este objetivo.

Además de los trabajos comunitarios, aprender el inglés, pagar impuestos y una multa que contempla la propuesta, habría que preguntarse ¿se debe pensar también en salir del país y esperar ocho años para recibir la residencia, que es el tiempo que demora la burocracia, aun cuando esto destruye el vínculo con la familia? Esta es una pregunta sin respuesta, pero no necesariamente sin solución. Por fortuna, hemos escuchado en su discurso al Presidente Barack Obama hablar acerca de la importancia de la unión familiar y lo doloroso que resulta tener niños que se les niega el derecho a la nacionalidad por ser hijos de padres indocumentados o jóvenes que no pueden terminar sus estudios por las acciones de sus progenitores o agricultores que pasan momentos difíciles por falta de protección legal.

Henry Cuellar, senador demócrata, uno de los que apuesta por la iniciativa, apoya “un programa de largo alcance que involucre a 12 millones de indocumentados –que promueva la legalidad y condiciones de trabajo como generación de riqueza, cosa que se podría hacer antes o después de las elecciones”. Más allá de las reuniones con sindicalistas, activistas, religiosos e inmigrantes, las cosas no van a salir sin el apoyo de los republicanos, poderoso grupo parlamentario que –en opinión de analistas- es necesario persuadir para que apoyen la reforma migratoria y con ella la unidad de las familias, la regularización de estudiantes y agricultores ilegales, lo mismo que a algunos demócratas que no están muy seguros de su decisión en el tema.

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