NUEVAS PERCEPCIONES SOBRE JUICIO POLITICO QUE DESTITUYO A LUGO POR EL CONGRESO EN PARAGUAY
JESUS JIMENEZ LABAN
Estoy mareado con puntos de vista variados acerca de la situación creada en Paraguay, tras la destitución del presidente constitucional Fernando Lugo que han provocado reacciones diversas en América Latina.
Y es que cada lado tiene argumentos convincentes, si no discutibles. Y al medio hay algunos puntos de vista atrevidos, pero con ángulos que hacen pensar.
Sin pelos en la lengua, algunos creen que el continente debería ver con admiración cómo el Congreso de Paraguay en un ejercicio democrático de sus facultades constitucionales logró destituir a un jefe del Ejecutivo, independientemente de la celeridad con que se dio el proceso. Los entusiastas recuerdan que es la reedición de un conflicto milenario, el mismo que enfrentó al Senado romano con César, un Senado con más poder por ser colegiado que el que encarnó una sola persona. Entonces, comenta Vicente Echerri en el Herald, este es un síntoma de salud y robustez institucionales.
Los otros, que parecen tener argumentos lógicos pero en posición contraria, creen que los golpes de estado se ha refinado y se ha estilizado. Antes eran sangrientos, asaltaban palacios, se usaba la fuerza, se empuja a la proscripción de partidos y no pocos terminaban en las cárceles o en calidad de desaparecidos.
Ahora los golpes, se ajustan a las formalidades, pero no dejan de herir de muerte a la democracia, dicen los atrevidos. Siguiendo su razonamiento, éstos sostienen que son grupos de poder los que se esconden tras lo que llaman con cierta duda "golpes constitucionales". Citan el caso de Uruguay cuando Jose Maria Bordaberry instauró una dictadura civico militar en respuesta a las presiones de esos grupos. ¿Han pasado al baul de los malos recuerdos los golpes de la antigua usanza y ahora se remiten a los parlamentos para desbancar gobiernos legitimos?, se pregunta el polémico analista Marcos Roitman.
Pero volviendo al caso actual de Paraguay, parece que no encajan dos cosas. De un lado, se ha aprobado la suspensión de Paraguay en el Mercosur, algo que el presidente Federico Franco alega que no esta contemplado en ningun documento por lo cual trabajarian en función de la nulidad del acuerdo de Mercosur o del alejamiento del bloque. De otro, se ha aprobado la incorporación definitiva de Venezuela sin la presencia de Paraguay, sobre todo cuando el acto contravendría sus propias reglas.
Queda para algunos pues en el tapete si este es un golpe de estado o no. Parece que la Organizacion de Estados Americanos OEA ya lo adelanto todo. Está dentro de la forma, se ajusta constitucionalmente a derecho pero el cuestionamiento se centra en el debido proceso, en la vulneracion del derecho a la defensa del inculpado. Y eso se está analizando.
De los los tres instrumentos juridicos para defender la demcoracia, según editoriales, se han activado la Carta Democrática Interamericana de la OEA, el Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático del Mercosur, pero el Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de Unasur, el único que contempla la posibilidad de sanciones económicas, no se podría aplicar porque no ha sido ratificado por Paraguay.
De manera que será interesante ver cómo se desanuda este problema que a juzgar por los analistas se ha precipitado una solución sin mucha meditación. La prudencia y el equilibrio debieron abrirse paso, dicen otros. Habrá que ver