sábado, 23 de octubre de 2010

LOS VALORES ETICOS


LOS VALORES ÉTICOS EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

JESUS JIMENEZ LABAN

Dentro de poco, como hemos visto en los laboratorios de Japón, un usuario final podrá ver televisión, navegar por internet o hacer operaciones bancarias y cambiarias desde su propio ojo, casi de manera natural con sólo estar conectado en forma inalámbrica –wireless- a un teléfono móvil. Y es que existen dos tendencias en materia de tecnología información y comunicación, por lo menos hasta ahora. De un lado, se busca dotar a los teléfonos móviles del mayor número de aplicaciones como soluciones a los problemas cotidianos de personas en movimiento. De otro, existen estudios avanzados para operar injertos dentro de la piel humana para introducir dispositivos electrónicos que convierten, en la práctica, a la persona en otra computadora o en una extensión de la misma.

En la era de la prisa cuando todos queremos estirar el espacio tiempo de un día de 24 horas, de una semana de 7 días y un año de 365 días, vemos que el hombre busca las cosas para ayer, vale decir, las quiere de inmediato y en menos tiempo o sacando ventaja del tiempo. No en vano es común ver matrimonios que se celebran en 7 minutos, cadenas de televisión que producen via teléfono móvil micronovelas en 500 palabras, o gimnasios, supermercados y bodegas que atienden de madrugada mientras muchos duermen o redes sociales que resumen obras literarias en 140 palabras o empresas descartables cuya expectativa de vida es de semanas o pocos meses.

A muchos no les gusta las tendencias con que se presenta la sociedad del conocimiento. Y es que las telecomunicaciones, los soportes informáticos y la construcción de bases de datos nos conducen, quiérase o no, a la información total. Sin darnos cuenta –mientras realizamos nuestras actividades cotidianas- gente y máquinas se ocupan de conocer la forma cómo pensamos, cómo trabajamos y cómo jugamos. Aun cuando hay demandas judiciales, hay operadores en la red que guardan en sus servidores los correos electrónicos de personas y empresas, a pesar de que cancelan la cuenta, destruyen el disco duro o sus computadoras. La huella queda en soportes informáticos a miles de kilómetros, lo cual ha facilitado a jueces, fiscales y policías conocer toda la verdad en sus investigaciones.

El hombre -en uso de las tecnologías de información que sorprenden y maravillan al mundo del siglo XXI- quiere saberlo todo y no quiere nada oculto. Y en esa dirección están las redes, los dispositivos y las aplicaciones de internet para conocer todo acerca de personas y cosas no solo su pasado, su presente sino también su futuro, algo que se sustenta en un bien jurídico universal: la libertad de expresión.

Para muchos, dadas las características actuales de la sociedad de la información, todo esto conlleva hacia el fin de la privacidad. Sin embargo, contra esta corriente se contrapone otro bien jurídico universalmente tutelado: el derecho a la intimidad vs libertad de expresión.

Se aprecia nítidamente un choque de opiniones entre libertad de expresión y derecho a la intimidad y la privacidad de las personas. Y, por tanto, pueden estar en camino sonados pleitos judiciales en razón que el derecho llega siempre después del fenómeno –social político económico o cultural-, sobre todo entre quienes sostienen –con razón- que la dignidad de las personas vale más que las fortunas. Vistas así las cosas, es altamente probable que en los próximos años –tal vez décadas- se construya un nuevo derecho positivo –con más jurisprudencia y doctrina- para regular estas nuevas tendencias de las tecnologías de información. Pero siempre estará presente en el balance: libertad de expresión vs derecho a la intimidad.

Otro tanto ocurre con las redes sociales. Si bien estas sirven para integrar a la gente, facilitar la publicidad y el marketing de las empresas, difundir un currículum, crecer profesionalmente, encontrar un empleo o reencontrarse con viejos amigos, también trae problemas que inciden en la intimidad, en el buen nombre de la persona, en la desinformación y la suplantación de identidades, lo cual abarca la nueva criminalidad en muchos países aun no legislada, a partir de las tecnologías de información y comunicación.

Como podemos apreciar vivimos en una sociedad de la información con enormes ventajas que ella supone pero al mismo tiempo con grandes peligros por el potencial destructivo que ejercen los nuevos medios contra los derechos y las libertades fundamentales, sobre todo cuando éstos instrumentos de la modernidad son mal manejados o caen en malos manos de intrusos en política, empresa, educación y comunicación. El marco jurídico llegará tarde. Aun cuando llegue a tiempo, la innovación tecnológica será cada vez más veloz. Es innegable el hecho que el derecho estará siempre a la cola en esta zaga imparable de inventos.

De manera que lo que se vislumbra de primera mano es la promoción de tratados, convenios y adecuación de éstos a los códigos internos para que los fabricantes de tecnologías y desarrolladores de contenidos preserven los derechos fundamentales consagrados en la legislación internacional.

Se necesitará una acción policial más dinámica para controlar los excesos –las estafas por paginas falsas que clonan dinero, suplantación de identidad con trampas informáticas o violación de las comunicaciones –interceptaciones- lo cual permite que alguien mire lo que uno escribe desde una computadora a distancia.

Sin embargo, ni uno ni otro serán tan efectivos como captar valores, generar valores y difundir valores éticos como una forma de autorregulación para evitar filtraciones y desviaciones a través de estos nuevos medios de comunicación. Hoy más que nunca se impone el ejercicio de la libertad con responsabilidad porque no debe ni podría funcionar ninguna intervención ajena a la estructura interna de estos medios, tentación frecuente de gobiernos totalitarios reñidos con una democracia. El mejor antídoto es la transparencia.

UNA VOZ CONTRA EL TIEMPO


LA ACTITUD CIUDADANA Y EL DESARROLLO DEL PAÍS

JESUS JIMENEZ LABAN

Ejercer liderazgo social es integrar redes de personas que ayuden a construir una posta médica para proteger y defender la salud de los niños, construir por acción ciudadana una escuela para asegurar el futuro de las nuevas generaciones o unirse para protegerse comunalmente frente a los peligros de la sociedad. Nadie, sin importar sexo, raza, credo, ocupación, puede ser ajeno a este llamado que hace el Perú desde adentro. Cada uno de nosotros tiene energía propia para hacer un aporte por el engrandecimiento de nuestro Perú, nuestra tierra, misión que se convierte en un apostolado para los comunicadores sociales o comunicadores para el desarrollo en el ejercicio de la libertad de prensa (facultad de crear un medio), libertad de información (facultad de difundir noticias) y la libertad de expresión junto con la libertad de opinión (la facultad de comentarlas).

Claro, no se trata de que cada uno haga las cosas por su cuenta sino de ser guiado por ideales nobles y constructivos que nos permitan –por ello mismo- construir la institucionalidad como país de tal manera que seamos respetados y valorados en un mundo global como país civilizado que se resume en un estado constitucional de derecho. Siendo así, tenemos la enorme tarea de sumar esfuerzos por fortalecer la libertad de los pueblos, profundizar la democracia con acceso a información y libertad de expresión, defender la vida en todos los sentidos y procurarnos seguridad en la alimentación, trabajar y dejar trabajar con tranquilidad a los agentes económicos por la prosperidad y velar por nuestra propia existencia con más prevención y salud y menos brecha digital.

Muchas cosas en el país pueden cambiar si nosotros operamos un profundo cambio desde adentro con una nueva filosofía de entrega hacia los demás. En realidad, lo que reclaman todos los niveles de la vida social es la unión de todos los peruanos. Una unión construida y cimentada en la dignidad humana, nuestra cultura, nuestra historia y nuestro futuro. Este es el gran reto del siglo XXI que los peruanos sólo podremos remontar si se producen una revolución dentro de nosotros mismos: la voluntad de compartir, el esfuerzo de tener y respetar y promover la propiedad y dar sin egoísmos a los demás con responsabilidad social. Y esto se alcanza no con el rigor de una norma impuesta sin por un sentimiento, cual es pasar la solidaridad hacia los más débiles, los más vulnerables, los más deprimidos que son casi la mitad de nuestro país

Sólo entonces, se habrá alcanzado la unidad del Perú cuando demos pasos concretos hacia la igualdad de oportunidades, contribuyamos a edificar un sistema en el que se respete los derechos fundamentales de la persona, en el que la justicia no llegue a unos cuantos sino a todos porque funcionan los principios del debido proceso y el imperio de la ley. El que no castiga es porque ampara el delito. Por ello, un estado de derecho es consustancial a una democracia que promueve la equidad, la paz con autoempleo, la transparencia de los gobernantes, la lucha contra la impunidad y asegura las oportunidades largamente postergadas para los jóvenes.

Este sentimiento que nos lleva no a una utopía sino a una realidad concreta y palpable –a partir de la prosperidad económica junto con el bienestar humano-, tiene sus cimientos en la libertad, la madre de todas las demás. De ella parte, la seguridad, la confianza, la prosperidad y el futuro del Perú. Tan es así que una democracia se construye siempre a partir de la libertad. Sin embargo, esto supone que debemos cambiar el cristal con que miramos las cosas. Es decir, no sólo poner énfasis en nuestros derechos con que debemos actuar sino poner acento muy marcado en nuestras responsabilidades y obligaciones para alcanzar el Peru con que soñamos para nuestras familias, nuestra comunidad, nuestra sociedad, nuestra Nación, nuestra Patria, la tierra de nuestros vivos y nuestros muertos.

Siendo el tema que me ocupa “La actitud ciudadana y el desarrollo del país” quisiera enfocarme no tanto en aquella tarea clásica de los mandatarios “por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo” –sean estos jefes de estado, congresistas, gobiernos regionales, alcaldes porque reciben el mandato expresado en el voto y están obligados a honrar ese mandato- sino en la visión que tenemos como país –humano, competitivo, global e innovador-, la misión de mejorar la calidad de educación –no habrá cambios si ella es olvidada por gobernantes y gobernados- fomentar los centros de innovación científica y tecnológica y desarrollar un blindaje con generaciones enteras de jóvenes formados, capacitados y entrenados para ser arquitectos de su propio destino, lo cual quiere decir, tener desarrolladas las habilidades para generarse un autoempleo, ganarse la vida de manera independiente y mejorar la calidad de vida en su crecimiento personal, profesional o empresarial.

Para ello sólo se necesita tres cosas: 1.- Hacer las cosas que hay que hacer y dar continuidad a las cosas buenas 2.- Practicar la integridad y la transparencia en nuestros actos como imperativo ético y de desarrollo, misión en la que los comunicadores pueden hacer un enorme aporte 3.- Aprender, aprender, aprender para sostenernos en el tiempo con cambio continuo. Por ello, la generación intermedia que se abre trocha hacia este futuro tiene una enorme responsabilidad porque de sus actos dependerá el legado que reciban los jóvenes que finalmente entregaran la posta a los niños para que cuando éstos sean ciudadanos al servicio de su sociedad cumplan su misión a la altura de la sociedad del conocimiento, un país más integrado y menos fragmentado, una tierra más agroindustrial, una nueva generación de emprendedores en la conquista del mundo y una estructuras estatales más digitalizadas para que la velocidad de las decisiones privadas guarde sincronía con las públicas para ser parte del primer mundo.

Con una muy buena organización para la aportación creativa al servicio del bien común, miremos con optimismo y entusiasmo el futuro, pero no dejemos de tener en cuenta las lecciones que nos deja el pasado para no repetir errores y las posibilidades que podemos construir aun en el presente tal como lo visualizo Jorge Basadre por un Peru viable. Recogiendo la inspiración del Evangelio, seamos solidarios, seamos constructivos, seamos rompedores con el poder de las ideas que nacen de la investigación y el desarrollo y que se hacen realidad al servicio de todos los peruanos. Y los medios son, decididamente, un gran apostolado hacia este fin: la justicia social.

UNA VOZ CONTRA EL TIEMPO


CANDIDATOS PRESIDENCIALES…

JESUS JIMENEZ LABAN

El inmenso caudal electoral de un candidato presidencial dependerá de lo que haga o haya hecho más de lo que diga o esté por decir. La experiencia en la obra pública parece ser lo que está en juego en estas elecciones presidenciales. Si esto fuera así, tendría mucho que exhibir el ex presidente Alejandro Toledo –a quién no se le puede desconocer su descomunal poder mediático- lo mismo que al ex Alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, a quien los titulares lo muestran blindado y con poder.

Sin embargo, no tendría mucho que mostrar Keiko Fujimori –no hay ahí experiencia de gobierno- ni Ollanta Humala –sin experiencia de trabajo-. Pero esto no es tan cierto puesto que acompaña a Humala lo que podría llamarse el voto-protesta de ciudadanos a quienes no llega el bienestar económico, o está desinformado acerca de los efectos positivos de las reformas económicas o votantes decepcionados de la política tradicional que quieren cambios radicales a partir de una nueva Constitución.

Están del lado de Keiko, que se ha autodenominado la “candidata de los pobres”, las huestes que recuerdan de Fujimori-padre la obra social y no los antecedentes dictatoriales. Aunque muchos se escandalizan por ello, está visto que a la gente no le interesa el juicio o la sentencia judicial sino la obra. De otro modo, no se habría consolidado en el norte, en el nororiente o habría empezado a ocupar el espacio de Humala en el sur, dicen que un poco decepcionado de la escasa representación nacionalista en el Congreso.

Aunque muchos hablan a media voz sobre estas tendencias, parece ser –porque en política todo es relativo- que el país está polarizado. A medida que se encienden los motores de la campaña se aprecian nítidamente tendencias hacia las fusiones, las convergencias, o alianzas de partidos, de movimientos y hasta de vientres de alquiler, bolsones electorales que se ofrecen al mejor postor. Dentro de este contexto, vale refrescar la memoria de la convergencia de tres partidos –PPC, AP y Libertad- que dieron en los años noventa nacimiento e impulso al Frente Democrático, Fredemo que lideró Mario Vargas Llosa.

Del mismo modo, existe una nueva tendencia que algunos han llamado el resucitamiento de la izquierda. A comienzos de la década de los 80, Alfonso Barrantes Lingan, visto entonces como el bombero de las izquierdas, logró lo que muchos creían casi imposible, aglutinar a todos los grupos afines –con ciertas excepciones- alrededor del pensamiento mariateguista. Para muchos, está por ver quién es ahora el nuevo bombero o bombera y cuál es el nuevo pensamiento que los vertebra o los une, sin dejar de lado la pretensión de Sendero de llegar al Congreso por la vía del voto.

Al medio –entre derechas e izquierdas- podría aparecer un híbrido político, un engendro raro. Gente de derecha que busca juntarse con gente de izquierda –Toledo lo ensaya con Villarán, por ejemplo en similar actitud a Flores Nano-. Pero esto no es nuevo. Así, el Partido Comunista del Peru (PCP) se alió con la derecha, especialmente en la primera mitad del siglo XX. Quienes le toman el pulso al Peru y le siguen el paso histórico, no podrán negar que el PCP se alió –por diferentes circunstancias a las actuales- de manera sucesiva con Luis M. Sánchez Cerro, Oscar R. Benavides, Manuel Prado Ugarteche y el patricio José Luis Bustamante y Rivero. No me crean sólo a mí, ahí están las páginas de la historia que –para bien o para mal- quedan escritas y dan cuenta de estos hechos.

Volviendo al presente en un país, como dijo el político Victor Raul Haya de la Torre, donde todos amamos a todos, todos odiamos a todos, todos olvidamos todo, parece que no existe un liderazgo arrollador como para que algún próximo candidato para presidente de la república gane en primera vuelta. En la foto de hoy –que puede cambiar después- las voces coinciden en una segunda vuelta. En todos los escenarios posibles e imaginables se visualiza en una eventual segunda vuelta a Keiko Fujimori o bien con Alejandro Toledo o bien con Luis Castañeda Lossio, aunque Ollanta Humala –temido por muchos y demonizado en Wall Street- tendrá primero que jugarse todo el poder en el sur. Pero ha surgido un factor sorpresivo e inesperado, Mario Vargas Llosa, que luego de recibir el Premio Nobel de Literatura por sus estructuras del poder, puede ser decisorio en las elecciones presidenciales del próximo año.

Que la política no descarrile las reformas económicas y que el país pueda vivir tranquilo con la continuidad de las obras bien hechas por sucesivos gobiernos, lo cual hace una democracia sostenible en el tiempo. Aun así, ¡cuidado con el outsider!

UNA VOZ CONTRA EL TIEMPO


¿CÓMO ESTA EL PERU?

JESUS JIMENEZ LABAN

A mí me encantaría sumarme al coro de quienes se emocionan con las cifras de crecimiento sostenido del Perú mientras el mundo se desploma con sus bancos, sus bolsas, sus burbujas y sus exportaciones. Claro que me encantaría, pero soy cautelosamente optimista y prefiero ser de los que guardan pan para mayo.

¿No es cierto, acaso, que hace tres años –o quizás menos- el mundo admiraba la estabilidad económica y proyectaba el buen futuro de Grecia, Portugal e Irlanda, vistos en un momento como una lección para el mundo? Estudiantes europeos que sigue maestrías de negocios en Perú, analistas de bancos de inversión e inversionistas que ponen el ojo en esta tierra como plaza de refugio, parece que se hacen la misma pregunta: ¡Cuánto tiempo hay que esperar para que el ciclo termine?

Por supuesto, tenemos que ser positivos, pero al mismo tiempo realistas. Esto supone pisar a fondo el acelerador para diversificar la economía, generar valor agregado y abrirse paso en nuevas rutas comerciales. Ser realista significa también prevenir y controlar los puntos críticos de eventuales riesgos, sobre todo ahora que muchos llaman por teléfono para ofrecer líneas de crédito fáciles o altas tasas de interés en bancos de ultramar, endeudamiento para comprar autos del año, más libertad de elegir créditos de consumo, agrarios o comisiones con la llegada de nuevos bancos al Perú, o facilidades municipales para cambiar de zonificación de residencial a comercial en varios distritos de Lima y de provincias.

En gran parte, corríjanme si me equivoco, la explicación del bienestar económico en algunos niveles de la vida económica nacional se debe al boom de los precios de las materias primas, principalmente minerales. Son ellos –por su altura estratosférica- la gran locomotora del crecimiento, pero esto depende de las exportaciones. El comercio internacional también se rige por la ley de la oferta y de la demanda. Y todos sabemos que el malestar económico de Estados Unidos ha contagiado a la Unión Europea y en poco tiempo a China que quita el pie del acelerador –por lo menos hasta Marzo de 2011-, lo cual significa –quiérase o no- una desaceleración en nuestra oferta exportable. Y lo que es peor, de no funcionar una estrategia para solucionar las apreciaciones y depreciaciones de las monedas, el fantasma ronda el mundo es el proteccionismo.

Para nadie es un secreto que, vistas así las cosas, nos damos prisa para firmar más tratados de libre comercio con Centroamérica, apurar la ejecución del acuerdo comercial entre Perú y Estados Unidos, Europa y países del sudeste asiático y perfeccionar los acuerdos de complementación económica en el hemisferio. En una palabra, buscamos compensar con otros mecanismos comerciales la baja en la demanda de nuestros productos por tradicionales mercados de países industrializados quieren a gritos espantar a los fantasmas del déficit fiscal, el endeudamiento y la inflación.

Sin embargo, aquí hay nubarrones que pueden empañar el horizonte. Y es que el proceso de regionalización y descentralización –ese sueño de 200 años de vida republicana- empieza a mostrar señales de agrietamiento. Y es que el país ha caído en un círculo vicioso. Tiene dinero de las transferencias, pero no existen suficientes cuadros para presentar y ejecutar proyectos, además de una paquidérmica estructura estatal que no tiene sincronismo con la iniciativa privada. La obra pública –educación, salud, seguridad e infraestructura- ha movido miles de millones, pero está demostrado a la luz de las denuncias que hay ausencia de filtros necesarios en el manejo del dinero, según varias opiniones.

Además, dentro de este proceso caótico y cuestionado, da la impresión de que existen veinte y cinco (25) presidentes de la república. Cada uno -sin planificación, dirección, coordinación ni control - quiere llevar agua para sus molinos. Esto impide una acción concertada y lógica entre los ejes del poder: el gobierno central, el gobierno regional y el gobierno local. Y. como si esto fuera poco, los impuestos que se cobran por extracción del subsuelo de recursos naturales –se plantea aumentarlos como lo ha hecho Chile-, no es dinero que se reparte de manera equitativa en diferentes puntos del país, lo cual hace que unos tengan el sombrero lleno de monedas y otros extiendan la mano.

Es esto último es lo que preocupa. Porque podría ser una bomba de tiempo debido a que los revoltosos podrían aprovechar como caldo de cultivo un reclamo justo –el de la equidad- pero que en manos de frentes regionales –que tienen más poder que los gobiernos locales y regionales- puede resultar peligroso, algo que, ciertamente, inquieta a empresarios e inversionistas. De manera que si se quiere evitar intranquilidad y zozobra en el país y fortalecer la institucionalidad, lo que se impone es la prevención y el dialogo entre las autoridades legítimas y los grupos sociales vulnerables, para desanudar conflictos sociales que están por estallar, algo que forma parte de la alerta temprana de la Defensoría del Pueblo.

Por ello mismo, es urgente e importante defender la institucionalidad democrática que no es una expresión hueca porque es trascendente en la medida que damos garantías a la libertad de expresión como faro de luz, respetamos la decisión del elector en el voto y realzamos un estado constitucional de derecho con un Congreso menos expuesto a legislar por la reelección de los congresistas, un Ejecutivo que hace cumplir la ley y el orden y un Poder Judicial totalmente autónomo con escrupuloso respeto al debido proceso y administración de justicia. Esto será simple retórica si los operadores políticos ningunean lo que hay que hacer.

Las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina. El reto es pensar como estadista y no como candidato. La democracia exige ahora renunciamiento por el bien común. Piénselo.