miércoles, 8 de diciembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
CUANDO ALGO HUELE MAL (II)
CUANDO ALGO HUELE MAL
jueves, 25 de noviembre de 2010
¡SEÑORES, QUE PASA CON EL CONSENSO!
Por supuesto, estamos de acuerdo con que el brillo de las reformas hasta ahora avanzadas nos ilumine a todos. En el contexto actual, unos han crecido exponencialmente mientras otros creen que las cosas han mejorado levemente, siguen igual o han empeorado.
Los partidos políticos tienen que fortalecerse, independientemente de los defectos que muestran. Son la única columna vertebral de la democracia, de manera que está en los candidatos presidenciales no ir por el lado de la confrontación –actitud que hará frotarse las manos a los aventureros- sino por el camino del dialogo y la conciliación, algo que significa ceder posiciones en nombre de la viabilidad democrática que reclama respeto a la libertad de expresión, a la propiedad, la seguridad y que exige un golpe de gracia a la corrupción. Y no caer en provocaciones desgraciadas.
martes, 16 de noviembre de 2010
EL BAILE YA EMPEZO…¡LA VICTORIA ES NUESTRA!
JESUS JIMENEZ LABAN
viernes, 12 de noviembre de 2010
COLEGAS, SEGUIMOS AL PIE DEL CAÑON
jueves, 11 de noviembre de 2010
lunes, 8 de noviembre de 2010
TODOS VUELVEN
TODOS VUELVEN
viernes, 5 de noviembre de 2010
UNA VOZ CONTRA EL TIEMPO
¿CUAL ES SU ORIGEN, COMO ES SU ROSTRO, DONDE ESTA EL OUTSIDER?
JESUS JIMENEZ LABAN
En realidad nadie ve con claridad quién puede ser el próximo presidente de la República. Lo que sí existe son aproximaciones acerca de una eventual conformación de las bancadas después de las elecciones del próximo año, pero nada definitivo. De manera que saber con seguridad cómo es el rostro del próximo Jefe de Estado, es harto difícil, sobre todo por la previsible gran cantidad de candidaturas en camino de ser registradas por las autoridades electorales.
Lo que quiero decir es que cuando hay muchos candidatos, como se ve para la consulta presidencial, se produce lo que se llama dispersión del voto. A más división del país –catarata de candidaturas-, tanto mejor para aquellos que quieren pescar a río revuelto.
Como acaba de pasar con las elecciones de medio término (a mitad del periodo presidencial) en Estados Unidos, el electorado se divide en varias fuerzas y luego se reagrupa para hacer carga montón al más fuerte. Ahora bien, como consecuencia del desgaste natural del poder, es previsible para muchos que el partido de gobierno tenga un bajón en la aprobación ciudadana y eso se refleje en su futura bancada. Pero, por qué no esperar que el mandatario se retire con alta popularidad tal como pasó con Alvaro Uribe, Michelle Bachelet o Luis Ignacio Lula Da Silva, se preguntan otros.
En cambio, se ve con más claridad y posibilidad en el imaginario popular que las alianzas entre derechas tengan una bancada mayoritaria y que las izquierdas tengan la suya, tal vez un balance del poder.
En este tema no hay nada claro. Lo que sí parece claro es que el mandato del elector, que desde hace mucho no acostumbra dar cheque en blanco al gobernante electo, es no dar con su voto una victoria holgada para que el nuevo Presidente haga un gobierno de diálogo y concertación con sus opositores, sean los de las trincheras conservadores o de los reformadores radicales.
Lo cierto es que la economía se ha apoderado de la política como no podría ser de otro modo. Lo ideal sería que economía y política caminen por cuerdas separadas, pero esto no es tan fácil. La estabilidad económica del Perú –quiérase o no- depende del programa de gobierno que presente el candidato presidencial ganador de estas elecciones generales.
Me resisto a hablar de derecha e izquierda, términos desde hace mucho tiempo anacrónicos, pero me permito la licencia en busca de un mejor entendimiento del lector.
Aunque se quiere negar en muchos sentidos, un plan de izquierda asusta a muchos empresarios e inversionistas–incluyendo excepciones como las de Chile y Brasil-, trauma que no ha sido superado en Perú –salvo mejor parecer- porque a la izquierda se le asocia a las posiciones extremas.
Quizás la derecha no haga derroche de simpatía con las grandes mayorías, pero hombres de negocios –de aquí y de afuera- aplauden su modelo y hasta se muestran ahora inclinados a maquillarlo, insuflarle más vida, o reciclarlo para que los fundamentos económicos del país se consoliden y porque les garantiza contundentemente que no habrá sobresaltos, por lo menos en un período presidencial.
Entonces, entre otros puntos, la economía puede ser la columna vertebral de la campaña si no lo ha empezado a ser ya. Por eso, no extrañaría que existan varias listas presidenciales –de corte conservador- para dispersar el voto y luego reconcentrarlo cuando sea necesario. En la misma medida, más aun en democracia, no tendría por qué la izquierda dejar de trazar su estrategia para recomponerse y proyectarse al país como una alternativa creíble y menos confrontacional con su modelo. Pero las cosas tienden a polarizarse, uno le mira la vena yugular al otro y eso debe evitarse para tener una campaña democrática con altura y sin violencia.
Siendo el Perú un país tradicionalmente de centro, es un hecho que se inquieta por los extremos. Por ello, hemos visto a Ollanta Humala en intentos de dulcificar su presencia en Wall Street –aunque después lo niegue- o a Susana Villarán en coqueteos con Hernando Guerra –precandidato presidencial- que no parece ser de izquierda por el solo hecho de tener familiares cercanos a ella. Y el partido de la estrella –consciente de ese fenómeno- ha visto con frio cálculo totalmente estratégico lanzar a una candidata presidencial extra partidaria, como la economista Mercedes Araoz, muchos creen que es para que el partido de los astros asegure escaños en el Congreso, pero habrá que ver. No tan lejos de la derecha está Keiko Fujimori que, en cierto modo, es la heredera de las reformas económicas que instauró su padre a lo largo de los años 90.
De la ubicación ideológica de las izquierdas se entiende que se disputan el mismo espacio Humala y Villarán, pero lo que no se asimila bien es la ubicación de Luis Castañeda Lossio, que afila cuchillos para enfrentar la fiscalización por la Alcadesa o de Alejandro Toledo, que prefiere usar luces de bengala para distraer la atención y no entrar de lleno a los temas de fondo en la campaña presidencial, quizás porque en política no se de lo que pasa en la guerra, “el que da primero da dos veces”-
Todos los demás candidatos, son una especie pigmeos políticos o que se han convertido en vientre de alquiler político o buscan abrigo en agrupaciones grandes para seguir existiendo. Claro, hay excepciones honrosas que hay que respetar, pero son huérfanos de apoyo popular. Es, eso sí, gente técnicamente muy capaz.
Está visto que la campaña presidencial será mucho marketing, de denuncias y escándalos y al mismo tiempo de sorpresas porque el “outsider” existe y existirá en la medida que las propuestas de uno y otro extremo se desgasten innecesariamente y acaben con la emoción popular de los electores. Entonces, decepcionados y excluidos de un futuro próspero con sus líderes ideales, el lazo de afecto natural puede nacer por un candidato popular, transparente y preparado que, quizás, se parapeta detrás de la clase media –que se ha ensanchado en los últimos años- con un pensamiento de centro y un mensaje popular sin asustar las inversiones ni crear división ni enfrentamientos en las dirigencias populares.
Acuérdense de los antecedentes históricos y por qué circunstancias surgieron de la nada. Si no, recordemos los tres casos emblemáticos –porque no hay más- que son Alfonso Barrantes Lingán, Ricardo Belmont y Alberto Fujimori, cuyas consecuencias para bien o para mal son visibles.
Sea como fuere, es saludable que se fortalezcan los partidos políticos y que se alejen para siempre las intentonas totalitarias. Los partidos políticos son y serán la columna vertebral de la democracia.
COMO SE ENTIENDEN LOS CANDIDATOS CON LA GENTE
COMO SE ENTIENDEN LOS CANDIDATOS CON LA GENTE
JESUS JIMENEZ LABAN
¿No es usted popular? ¿Nadie lo mira? ¿No cae simpático a la gente? Pues bien, puede darse usted un baño de popularidad, saltar al estrellato y alcanzar la ansiada empatía con su electorado. Soy la solución.
Estas, que podrían ser las preguntas y respuestas de un especialista en marketing, no están lejos de la realidad cuando trata de persuadir a un candidato a que se lance al ruedo de la política. El gran tema es saber tocar la tecla en el momento preciso, en el lugar indicado. Y tocar la tecla significa tener dominio en redes sociales, posicionar al candidato en un segmento no por su candidatura, que a nadie le podría importar, sino por sus ideas, sus propuestas y sus soluciones que sí importan a muchos.
Si tocar la tecla es importante, conocer las claves del pentagrama político es vital. Se trata de armar estrategias inteligentes –virales, interactivas, digitales- para generar simpatía –con una idea fuerza reiterativa y clara- en segmentos vinculados a la juventud, las mujeres, la educación, el campo, la burocracia y los institutos armados. Esta es, por supuesto, la fórmula ideal, pero en los hechos cambian muchas cosas. Sea como fuera, palabras más, palabras menos, en las últimas campañas presidenciales los escenarios han estado muy próximos a estos requerimientos.
Cualquier ciudadano que aspire en el Perú a un alto puesto público por elección popular, tiene que repasar los principios del marketing político en su versión más adelantada –la política en la “Second Life”, por ejemplo, teniendo en cuenta que existen –según estadística reciente- 2 millones 500 mil usuarios (sólo el Facebook sin contar Hi5 su competidora) y más de 900 mil usuarios en internet, en aparente desventaja aun frente a los más de 25 millones de televidentes con sus respectivos receptores y otro tanto en la radio.
No hay que olvidar que las redes sociales tiene como atributo la segmentación, es decir, es más fácil llegar a la gente que uno quiere, a diferencia de la TV que llega a todos, pero no todos son relevantes para los objetivos políticos de una campaña de medios.
El candidato presidencial –que busca ahorro, eficacia y llegada al público- sabe que los segmentos que van a decidir su futuro están en las redes sociales –por ahora Facebook, MySpace, Twitter- más que en la noticias de una página web o en un afiche, panel o banner, quedando la radio o la TV para la recta final . Si no es así, ¿por qué los jóvenes para enterarse de lo que pasa a su alrededor ingresan a estas redes?
Sabe también que tiene que hablar en los mismos códigos para entenderse con los jóvenes (tags, banners, push, pool, muro etc.), por lo menos lo suficiente para dejarse ver y entender en internet y desarrollar capacidad de comunicación de ida y retorno entre candidato y electores.
Ciertamente, es la juventud –que escapa al control de los padres que han quedado rezagados en los medios tradicionales- la que navega todo el tiempo en la red.
Está de moda entender en los negocios modernos –mucho de ello lo copia la política- entender que la gente no compra el producto, sino simplemente compra la emoción. Y esto en política tiene un tremendo impacto, sobre todo cuando el candidato aprende a contar su historia, rodearse de testimonios de personas que lo conocen o lo respaldan, decir quién es en realidad y mostrarse siempre sonriente. Hombre o mujer que sonríe, es persona de éxito.
En Estados Unidos ha surgido un fenómeno político que ha puesto a varios senadores en el Capitolio. Se llama “Tea Party”, el partido del té, un conjunto de asociaciones que apoya ideas conservadoras, pero que haciendo uso de las redes sociales evoca momentos emocionantes –la protesta contra el parlamento británico por el impuesto al té, por ejemplo- Claro, quizás no es el ejemplo apropiado, pero nos está indicando sólo una cosa: están haciendo lo que dicta el marketing, vale decir, contar la historia y encarnarse en ellas como herederos.
De alguna u otra forma, la importante es saber qué decir, cuándo decirlo y dónde decirlo. Los otros recursos son estéticos –Ej. la cirugía plástica a la presidenta electa Dilma Rousseff de Brasil para caer más simpática, fresca y dulce- y tecnológicos –técnicas virales que retransmiten los mensajes con una buena base de datos- y estadísticos –sería recomendable que las encuestas no se suspendieran hasta la víspera de las elecciones para que la gente esté segura por quién votar y no tenga una falsa impresión de la realidad.
Por supuesto, todo lo dicho aquí es sólo una parte de la aventura. Aun así, ¿sigue pensando en ser candidato? Parece complicado y enredado, pero si logra entenderse con la gente, la victoria puede estar a la vuelta de la esquina.