LANZAMIENTO DE OPERACIÓN DE SALVACION VECINAL
JESUS JIMENEZ LABAN
Los delincuentes han convertido a Lima en tierra de nadie. Muchos sufren robo de viviendas, arrebatos de carteras y de celulares, asaltos a mano armada, robos de auto, secuestros al paso. Algunos mueren en tanto que cada vez más personas pierden su dinero, sus bienes, su propiedad. La policía no se da abasto para atender a todos existiendo un desbalance preocupante entre los distritos residenciales y los periféricos. La seguridad ciudadana ha escapado del control de las autoridades, incluso en las zonas más céntricas y comerciales de la capital.
A pesar de que medio Lima está sitiada dentro rejas, trancas y vallas, nadie está seguro en la capital, otro delito muy temido es el robo a las viviendas y esto tiende a empeorar. Cualquier punto –incluyendo grifos, vía expresa, colegios, inmediaciones de supermercados, cruces de avenidas, calles colindantes con comisarías y cuarteles- está expuesto al peligro de la ola criminal que atenta contra la vida, la seguridad, la libertad y la propiedad de mujeres, niños, ancianos y comunidad en general. La violencia ha desplazado al desempleo como tema de preocupación en la gestión pública porque Lima se encuentra al límite de la tolerancia, según estudios de la Organización Internacional de Trabajo.
He escuchado al vuelo algunas propuestas de los candidatos. Claro, no están todos, pero por lo menos son los más mediáticos. Siendo así, el candidato Humberto Lay de Restauración Nacional toca el liderazgo como un problema en la administración de un plan de seguridad, en tanto que la candidata Susana Villarán, de Fuerza Social, defiende la idea de mayor dotación policial, incluso comprar el franco a los policías que se distraen en prestar servicios en chifas y bancos. Por su parte, el candidato Carlos Roca, del Apra, tiene en la mira a las pandillas como prioridad de su eventual gestión municipal, un criterio que marca distancia de la propuesta de Lourdes Flores, Partido Popular Cristiano, que cree en una coordinación más estrecha entre alcaldes y llevar personalmente la batuta en la gerencia de la seguridad de la ciudad. Por último, Alex Kouri, de Cambio Radical, simpatiza con la ida del mapeo del delito, idea que apunta a conocer el tamaño del enemigo y saber dónde están los protagonistas del crimen, en tanto que Fernando Andrade de Somos Peru defiende el "fortalecimiento del liderazgo para que caminen los pies".
No hace mucho se reveló que la tasa de homicidios va en aumento en la capital en un estudio difundido con cifras de las Naciones Unidas. Es cierto que todos estamos sobrecogidos por la ola de violencia. Y no solo eso, indefensos, vulnerables y atenazados por un sistema de protección que no funciona. Por ejemplo, hace tres años se registraba 4 homicidios por cada 100 mil habitantes, en tanto que a la fecha ese número ha trepado a 7 homicidios por cada 100 mil habitantes. Combatir el delito y revertir esa tendencia es la gran misión de los alcaldes. El hecho de que se duplique el número de crímenes en la capital en menos de cinco años es algo que aproxima peligrosamente a Lima al límite máximo tolerable por la OIT, 10 homicidios, para activar la alerta roja de que hay aquí un problema de salud pública
Esto nos está diciendo que elementos antisociales tienen cancha libre para hacer sus malas acciones siendo la desprotección del estado la percepción dominante de los vecinos. A la luz de esta dramática realidad no resultaría forzada sino oportuna la creación de la figura del Defensor Municipal, una nueva autoridad con plenos poderes de coordinación con todos –Policía, Serenazgo, Índeci y las propias organizaciones vecinales- para trabajar juntos y de manera sostenida en una Operación de Salvación Vecinal para Lima y sus distritos, modelo que podría clonarse en el interior de la República.
En esta línea el Congreso de la Republica no debería perder más tiempo y, más bien, dar una legislación nueva sobre educación y seguridad para reforzar los poderes de las Asambleas Vecinales en coordinación con las autoridades edilicias para actividades de prevención en defensa de los niños, estudiantes y madres de familia. Junto con ello, la policía municipal debería ser una unidad organizada, entrenada y capacitada para dar protección a la vida, la propiedad y la seguridad de los vecinos, independientemente de los operativos que tenga a su cargo la policía en la lucha contra el crimen callejero y el crimen organizado.
La clave está en concentrar esfuerzos planificados, coordinados, dirigidos y jerarquizados, vale decir, las cosas tienen un por qué y un para qué bajo un solo liderazgo con tecnologías modernas para un mejora continua en las tarea de seguridad y protección de la ciudadanía. De hecho, la seguridad de la población ocupa un primerísimo lugar después de los problemas de la pobreza y el desempleo, algo que se puede aliviar con programas de autoempleo vía el fomento de la microempresa para la exportación en base a programa de capacitacion y educación municipal.
Sin embargo, aquí se requiere una especie de reorganización de la policía orientada a combatir el delito contra el vecino mientras que los otros contingentes se encargan de las funciones propias del combate de delitos en general.
Gino Costa, experto en seguridad, cree que el 29 por ciento de los ciudadanos fue víctima de algún crimen en alguno de sus formas. De ese porcentaje, la mitad sufrió el robo de sus viviendas, asaltos a mano armada y hurtos al paso (celular, carteras, billetera, bolso etc.) Cualquier plan de ataque al delito, debe tener como prioridad de la policía en combinación con serenazgo y la propia ciudadanía en la identificación, la persecución y captura de bandas de delincuentes (botines, armas, vehículos, concertación de crímenes desde las cárceles), pero poner énfasis también en un problema central: el equipamiento, el patrullaje con personal cansado y los robos menores que representan el 66.88 por ciento de las denuncias presentadas en las comisarías.
La seguridad no requiere de varias cabezas sino de un solo liderazgo que articule la acción de Lima y todos sus distritos. El asambleísmo puede esperar pero la batalla contrarreloj es atacar frontalmente el delito. El crimen tiene que parar y alcanzar esta visión es tarea de todos.
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