viernes, 1 de junio de 2007

UNA VIEJA RECETA DE FILOSOFOS PARA ALEJAR AL MUNDO DE LA TIRANIA, LA AUTOCRACIA, Y LA DEMAGOGIA

Sí A LA DEMOCRACIA, NO A LA MONOCRACIA
Por Jesús Jiménez Labán

Como buen discípulo de Platón, Aristóteles nunca justificó el monopolio del poder. Quiso que éste fuera "ejercido por la clase media, porque está libre del egoismo de los ricos y del resentimiento de los pobres". Este equilibrio de fuerzas en un Estado, que no es lo mismo que gobierno, asegura -siguiendo al Estagirita- la ley de la razon, sin apetitos ni móviles egoistas de los gobernantes.

Por su parte, Santo Tomas de Aquino quiso como forma de gobierno una combinacion de todos los sistemas -monarquía, aristocracia y democracia-, de tal manera que todos apoyen en pro de una mejor organización del poder. Por ello elogio la colocacion de un monarca a la cabeza de todos los demás subalternos que pueden ser elegidos por todos. Todos juntos -decía- podían formar un buen equipo, es decir, uno que comande todo, otros que ejecuten su plan y que éstos fueran elegidos por las mayorías. De otro modo, si si tergiversa esta convivencia entre los tres, aparecerían, decía en esos lejanos años Santo Tomas, como debilidades la tirarnía en la monarquia, la autarquía en la aristocracia y la demagogia en la democracia.

Despues del Renacimiento el pensamiento de Rousseau le dio un nuevo sentido a la democracia como el predomino de la mayoría, pero respetando el derecho de la oposición. Asumía que la democracia no es completa. Como quiera que tiene sus defectos, Rousseau dijo que "la persona que sostiene un parecer opuesto a la voluntad general se equivoca en lo que quiere". En esta linea justificaba que todo el cuerpo social obligara al ciudadano declarado en rebeldía frente a la voluntad general. Obligarlo a reconocer la voluntad general -en el credo de Rousseau- significaba obligarle a ser libre. Obviamente, la democracia moderna corrige el voluntarismo popular de Rousseau cuando emerge convencida que la voluntad de la mayoria es -probablemente- la mas acertada, pero no la unica acertada. La democracia es tambien -como se dice- la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás.

Pero un partido no puede gobernar todo el tiempo. Eso implica negar la alternancia del poder, caracterizada por el protagonismo de varios partidos de cuyas canteras el pueblo -entendido éste como toda nación- elige a sus gobernantes, lo cual supone que la verdad no es patrimonio exclusivo de la mayoría. Dicho de otro modo la voz de un opositor puede ser la idea que gobierne en la próxima administración. Por ello, la Democracia prohíbe el levantamiento de barreras a otra tendencia que procure legalmente el acceso al gobierno.

Siguiendo a Aristóteles siempre aparecerá en esta escena un gobernante con vocación monopólica de autócrata, monócrata o dictador. Este es aquel que quiere la MONOCRACIA el gobierno del partido único, sin oposición y sin critica mediática junto con un pueblo que tolera la sumisión como precio del órden. Para prevenir totalitarismos es que Santo Tomas se adelantó proponiendo un diálogo -sin importar sus protagonistas- entre la sociedad y el Estado, pero esto resulta -de acuerdo con Rousseau- una utopía puesto que lo que se busca es hacer participar a los ciudadanos en los asuntos fundamentales de un Estado.

De hecho, la democracia no es perfecta, pero es lo mejor que se ha inventado hasta ahora, segun Sir Winston Churchill. Resulta poco probable que los gobernados estén permanentemente reunidos para atender los asuntos públicos. Se dedicarían todos a la política, pero no habría productividad en el país. Por eso, se delegó a representantes -ungidos con el voto popular- para que actúen en nombre del pueblo. Su voto debe ser participativo para que no sea manipulado -esto es bien difícil- por los partidos o por la regimen de turno.
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Claro, lo ideal es que el Estado obedezca -siguiendo Raul Ferrero Rebagliatti- a la comunidad, "en la medida que ésta decide la clase de gobierno y el rumbo general de la politica". Nace así lo que dijo algun día el ex Presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, "la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", entendiendo por pueblo a toda la nación y no sólo uno de los estratos sociales.

Sin embargo, ninguna democracia le otorga a gobernante alguno poder absoluto. Tiene que haber siempre pesos y contrapesos por la salud democratica de un país. He allí la importancia de la independencia de poderes. Los llamados a esta tarea son los partidos políticos -vistos por tratadistas como un mal necesario- pero éstos no reflejan muchas veces la voluntad de quiénes votaron por ellos sino lo que quiere y buscan sus dirigentes. Sea como sea, son la columna vertebral de la democracia. Estos -todos juntos- estan llamados a ser la estrella polar que guía la libertad política para garantizar la ascensión al gobierno de quienes representan la oposición.

Las criticas no serán agradables pero son necesarias. En cierto modo, pueden llenar ese vacio los medios de comunicación -que editiorialmente deben ser ajenos a ideologías, posturas empresariales o ánimo de lucro- como vasos comunicantes entre el poder y la ciudadania, los mismos que ayudan a plasmar el ideal -o por lo menos estar más cerca de él- para que la democracia sea el gobierno de todo el pueblo -de toda la nación-. Son ellos -los diarios, la television, la radio, la prensa digital- los que pueden vigilar los fundamentos de la alternancia del poder porque dan voz e imagen al opositor y al gobernante de turno y determinan, algunas veces, que esa voz e imagen tenga oportunidad de ser gobierno. Se concreta así, el péndulo del poder, es decir los de arriba bajan al llano y los de abajo suben al estrado político para gobernar y así puede continuar el proceso sucesivamente. Como ya se dijo, la alternancia fecunda el suelo de la DEMOCRACIA.

Dentro de este contexto, la participacion plena de la ciudadania es la que enrique y fortalece la democracia. Es ella la que debe ser escuchada en sus anhelos e inquietudes por el gobernante en un clima de tolerancia y de respeto a las libertades individuales y a la dignidad de las personas.

Se quiere aquí que no mande el tirano, el autócrata o el demagogo. Es simplemente que reine el estado de derecho, el respeto a la libertad y la justicia, vale decir, el imperio de la ley que no se casa ni se parcializa con nadie. Con democracia, poderes independientes y participación ciudadana eliminaremos la división de un país y , por tanto, la ruptura del dialogo que temió Santo Tomas; alejaremos la tentacion de tener el poder en un solo puño como lo advirtió Aristóteles y evitaremos el silenciamiento de las ideas que pueden ser las que después gobiernen, segun la doctrina moderna. "La democracia es algo más que el gobierno de la mayoría -lo dice Mc Iver-; es el gobierno de la comunidad, integrada por mayorias y minorías.

Quiere esto decir que la democracia en America Latina tiene que volver sus ojos a estos pensadores puesto que sus principios -con ciertas variables- siguen vigentes. Quienes gobiernan son de carne y hueso como nosotros. Son humanos y por ello mismo conscientes que el poder normal corrompe, mientras que el poder total genera corrupción también total. No olvidemos nuca el viejo aforismo de Lord Acton: "Todo poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Por ello, debemos ser incansables con la transparencia, el diálogo y la participación de la ciudadanía. Aunque parezca utópico, las elecciones democráticas transparentes, fiables mejoran el clima de política y hacen que las instituciones se vuelvan cada vez más solidas.

Por supuesto, no son éstos los tiempos del ágora de Atenas, pero sí son los tiempos de la tele-democracia, del gobierno electronico y del voto digital, a partir de las nuevas tecnologías de informacion dentro de la visión de un estadista que controla el futuro. De manera tal que el día que tengamos conciencia que la democracia no es solo una palabra hermosa para muchos o hueca para otros sino un estilo de de vida que consiste, para parafrasear nuevamente al Estagirita, en saber gobernar como un hombre libre y obedecer como un hombre libre. Solo entonces, empezaremos el camino de la madurez del país entero, sustentada en la moral, la justicia y la libertad, valores integradores en la política y en la justicia social.

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