LA ACTITUD CIUDADANA Y EL DESARROLLO DEL PAÍS
JESUS JIMENEZ LABAN
Ejercer liderazgo social es integrar redes de personas que ayuden a construir una posta médica para proteger y defender la salud de los niños, construir por acción ciudadana una escuela para asegurar el futuro de las nuevas generaciones o unirse para protegerse comunalmente frente a los peligros de la sociedad. Nadie, sin importar sexo, raza, credo, ocupación, puede ser ajeno a este llamado que hace el Perú desde adentro. Cada uno de nosotros tiene energía propia para hacer un aporte por el engrandecimiento de nuestro Perú, nuestra tierra, misión que se convierte en un apostolado para los comunicadores sociales o comunicadores para el desarrollo en el ejercicio de la libertad de prensa (facultad de crear un medio), libertad de información (facultad de difundir noticias) y la libertad de expresión junto con la libertad de opinión (la facultad de comentarlas).
Claro, no se trata de que cada uno haga las cosas por su cuenta sino de ser guiado por ideales nobles y constructivos que nos permitan –por ello mismo- construir la institucionalidad como país de tal manera que seamos respetados y valorados en un mundo global como país civilizado que se resume en un estado constitucional de derecho. Siendo así, tenemos la enorme tarea de sumar esfuerzos por fortalecer la libertad de los pueblos, profundizar la democracia con acceso a información y libertad de expresión, defender la vida en todos los sentidos y procurarnos seguridad en la alimentación, trabajar y dejar trabajar con tranquilidad a los agentes económicos por la prosperidad y velar por nuestra propia existencia con más prevención y salud y menos brecha digital.
Muchas cosas en el país pueden cambiar si nosotros operamos un profundo cambio desde adentro con una nueva filosofía de entrega hacia los demás. En realidad, lo que reclaman todos los niveles de la vida social es la unión de todos los peruanos. Una unión construida y cimentada en la dignidad humana, nuestra cultura, nuestra historia y nuestro futuro. Este es el gran reto del siglo XXI que los peruanos sólo podremos remontar si se producen una revolución dentro de nosotros mismos: la voluntad de compartir, el esfuerzo de tener y respetar y promover la propiedad y dar sin egoísmos a los demás con responsabilidad social. Y esto se alcanza no con el rigor de una norma impuesta sin por un sentimiento, cual es pasar la solidaridad hacia los más débiles, los más vulnerables, los más deprimidos que son casi la mitad de nuestro país
Sólo entonces, se habrá alcanzado la unidad del Perú cuando demos pasos concretos hacia la igualdad de oportunidades, contribuyamos a edificar un sistema en el que se respete los derechos fundamentales de la persona, en el que la justicia no llegue a unos cuantos sino a todos porque funcionan los principios del debido proceso y el imperio de la ley. El que no castiga es porque ampara el delito. Por ello, un estado de derecho es consustancial a una democracia que promueve la equidad, la paz con autoempleo, la transparencia de los gobernantes, la lucha contra la impunidad y asegura las oportunidades largamente postergadas para los jóvenes.
Este sentimiento que nos lleva no a una utopía sino a una realidad concreta y palpable –a partir de la prosperidad económica junto con el bienestar humano-, tiene sus cimientos en la libertad, la madre de todas las demás. De ella parte, la seguridad, la confianza, la prosperidad y el futuro del Perú. Tan es así que una democracia se construye siempre a partir de la libertad. Sin embargo, esto supone que debemos cambiar el cristal con que miramos las cosas. Es decir, no sólo poner énfasis en nuestros derechos con que debemos actuar sino poner acento muy marcado en nuestras responsabilidades y obligaciones para alcanzar el Peru con que soñamos para nuestras familias, nuestra comunidad, nuestra sociedad, nuestra Nación, nuestra Patria, la tierra de nuestros vivos y nuestros muertos.
Siendo el tema que me ocupa “La actitud ciudadana y el desarrollo del país” quisiera enfocarme no tanto en aquella tarea clásica de los mandatarios “por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo” –sean estos jefes de estado, congresistas, gobiernos regionales, alcaldes porque reciben el mandato expresado en el voto y están obligados a honrar ese mandato- sino en la visión que tenemos como país –humano, competitivo, global e innovador-, la misión de mejorar la calidad de educación –no habrá cambios si ella es olvidada por gobernantes y gobernados- fomentar los centros de innovación científica y tecnológica y desarrollar un blindaje con generaciones enteras de jóvenes formados, capacitados y entrenados para ser arquitectos de su propio destino, lo cual quiere decir, tener desarrolladas las habilidades para generarse un autoempleo, ganarse la vida de manera independiente y mejorar la calidad de vida en su crecimiento personal, profesional o empresarial.
Para ello sólo se necesita tres cosas: 1.- Hacer las cosas que hay que hacer y dar continuidad a las cosas buenas 2.- Practicar la integridad y la transparencia en nuestros actos como imperativo ético y de desarrollo, misión en la que los comunicadores pueden hacer un enorme aporte 3.- Aprender, aprender, aprender para sostenernos en el tiempo con cambio continuo. Por ello, la generación intermedia que se abre trocha hacia este futuro tiene una enorme responsabilidad porque de sus actos dependerá el legado que reciban los jóvenes que finalmente entregaran la posta a los niños para que cuando éstos sean ciudadanos al servicio de su sociedad cumplan su misión a la altura de la sociedad del conocimiento, un país más integrado y menos fragmentado, una tierra más agroindustrial, una nueva generación de emprendedores en la conquista del mundo y una estructuras estatales más digitalizadas para que la velocidad de las decisiones privadas guarde sincronía con las públicas para ser parte del primer mundo.
Con una muy buena organización para la aportación creativa al servicio del bien común, miremos con optimismo y entusiasmo el futuro, pero no dejemos de tener en cuenta las lecciones que nos deja el pasado para no repetir errores y las posibilidades que podemos construir aun en el presente tal como lo visualizo Jorge Basadre por un Peru viable. Recogiendo la inspiración del Evangelio, seamos solidarios, seamos constructivos, seamos rompedores con el poder de las ideas que nacen de la investigación y el desarrollo y que se hacen realidad al servicio de todos los peruanos. Y los medios son, decididamente, un gran apostolado hacia este fin: la justicia social.
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