domingo, 27 de septiembre de 2009

SOMOS CADA VEZ MÁS INDIFERENTES, INSENSIBLES E INSOLIDARIOS



SOMOS CADA VEZ MÁS INDIFERENTES
Jesus Jimenez Labán

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A juzgar por recientes pronósticos de 120 científicos de que en poco tiempo se produciría –como consecuencia del calentamiento global- el deshielo del Ártico amenazando la vida del 25 por ciento de la población mundial y empujando por las inundaciones que ello arrastraría a la migración de centenas de millones de personas, no se necesita más información para darnos cuenta que todo el planeta está peligro, uno de los temas que se debatió en la Conferencia Mundial del Clima que tuvo lugar en Ginebra, Suiza.
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Junto a ello, la perspectiva de la proliferación nuclear no es halagüeña. Si lo quisieran en este momento, Estados Unidos y Rusia –con sólo apretar un botón- podrían reducir a escombros -en segundos- a gran parte del planeta porque poseen el 95 por ciento de los arsenales nucleares existentes. Parte de ese arsenal está también en poder de China, Francia, Gran Bretaña, Israel, Paquistán y la India. Los ensayos nucleares con fines pacíficos son empañados por las pruebas atómicas como armas de guerra.
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Hace dos siglos juristas de nota distinguían dos clases de progreso. Un progreso para hacer el mal y otro progreso para hacer el bien. Mark Twain dijo alguna vez que le gustaba el clima del paraíso, pero prefería el infierno por la compañía. Es, quizás, parte de la naturaleza dividida del hombre (somos mitad Eros –amor-, mitad y Tánatos -en griego muerte-) que explica la siquiatría forense, desde Empédocles hasta Freud. Con su aportación creativa unos luchan por la construcción de la paz y la seguridad en el mundo. Otros, por la destrucción tanática e instinto de muerte pelean por el fin de la especie humana.
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No pocos en el mundo político, jurídico, sociológico, antropológico, religioso reflexionan acerca de la característica que domina al hombre del siglo XXI: la insensibilidad y la insolidaridad. Esto se hace patente a nivel de personas, de grupos humanos y de comunidades, indiferencia, por ejemplo, frente a los retos de cubrir las necesidades de alimentación, salud, educación, vivienda.
Como si se tratara de juegos de guerra, Corea lanzó en octubre de 2008 tres misiles y después de manera desafiante hizo un ensayo nuclear subterráneo, lo cual ha aumentado la tensión en Asia. Ahora se habla del estrechamiento de relaciones entre Venezuela e Irán para llevar adelante trabajos de exploración en reservas de uranio con fines nucleares en su sureste de su territorio, algo que atizará las diferencia con Estados Unidos y activará el Tratado Internacional de Tlatelolco, que los países signatarios suscribieron en México para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina y el Caribe como respuesta al temor generado por la crisis de los misiles cubana de 1962.
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¿Dónde estamos? ¿Qué es lo que realmente queremos hacer con el planeta? ¿Por qué tanto afán de crear situaciones de peligro y de potencial extinción de nosotros mismos como especie humana?
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Sin duda, las armas nucleares fueron el foco de atención en estas reuniones de la ONU como foro mundial que acoge a 192 países. Irán, la segunda potencia gasífera a nivel mundial, ha admitido la existencia de una segunda planta de enriquecimientos nuclear, pero alega que se trata de investigaciones nucleares para generar electricidad con fines pacíficos, algo en lo que no creen Estados Unidos y sus aliados porque sostienen que se trata de ensayos para producir nuevas armas atómicas. De permanecer Irán en la misma actitud, esta vez China y Rusia –junto con el resto de potencias como Francia, Reino Unido y Alemania- parecen inclinarse hacia sanciones económicas contra Irán, que depende en un 40 por ciento de las importaciones.
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Si volvemos al Génesis –no se me ocurre otra iniciativa- Dios descansó al séptimo día de sus trabajos para que el hombre continúe con su obra creadora. El planeta todo espera ahora que por una obra imprevista de Dios pare esta alocada carrera nuclear. Ya el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una histórica resolución para actuar sobre tecnología nuclear incontrolada y el tráfico clandestino de material atómico. Y a usted, a mí, a todos nosotros, ¿qué rol nos espera respecto de los otros problemas cotidianos? Guiar y proteger a la familia, ser solidarios con los demás y ayudar al que menos tiene. Actuar sin dudar con responsabilidad social como humanos, como estados y como corporaciones. Habrá que ver.

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