NUEVO QUEBRADERO DE CABEZA: ¿PUEDE SALVARSE EL AÑO ESCOLAR?
JESUS JIMENEZ LABAN
Una los déficits más dolorosos que tiene el país está concentrado en la educación.
Si a ese faltante -nivel preparación del docente, infraestructura y alimentación escolar- le sumamos una paralización del magisterio a tal punto de poner en peligro el año escolar, se habrá cometido una tremenda injusticia con los niños.
Aquí no hay justificación que valga. El único derecho que tiene valor supremo es educar a los niños, pese al sacrificio del apostolado del docente.
¿Quién no sabe, señores, que un maestro gana poco y es una deuda social enorme que todo el país tiene con él? ¿Quién no sabe que por asistir a un aula, se va en el transporte una parte importante del suelo y queda poco margen para mantener a la familia? ¿Quién no sabe que hay ingratitud con el maestro en el país y que ver en estas condiciones a cada profesor es casi una característica cultural?
La gerencia se preocupa qué hacer. Y seguramente hay muchos en la terna que se convertirán en administradores educativos para implementar cómo hacerlo tras esta crisis. Quiera Dios que haya caja fiscal para atender el bono, incrementar progresivamente el sueldo y que los contratados tengan un mejor trato laboral, si diferenciación respecto de los otros estables. Pero, piano piano, es todo un proceso no necesariamente fácil de hacer.
Pero de ahí a cerrar la aulas, dejar de enseñar a los alumnos y salir a las calles para terminar por las patas de los caballos de la policia montada, no hay derecho. Los niños no pueden perder el año, de manera que aplaudo la decisión de la dirigencia del SUTEP en levantar la medida de fuerza en atención al clamor de cientos de miles de padres de familia que ruegan, imploran, piden no se pierda el año escolar.
El Ministerio de Educación, al que me dirijo con una venia reverente, debe planear oportunamente qué hacer para recuperar estratégiamente la competitividad de los alumnos. Ignoro qué cosa harán ni cómo lo harán las autoridades pero por cada niño atrasado habrá un punto menos de competitividad país, otro punto menos de riqueza y varios puntos hacia abajo en pobreza.
La autoridad, debe coordinar con sus cuadros más eficientes en todo el país para aumentar el numero de horas si acaso se puede compensar el tiempo perdido. Y debe organizar -ahora mismo- una Comisión Especial que haga el seguimiento y control -niveles estratégico, táctico y operativo- de todo lo planeado: salvar el año. Así sea.
Si a ese faltante -nivel preparación del docente, infraestructura y alimentación escolar- le sumamos una paralización del magisterio a tal punto de poner en peligro el año escolar, se habrá cometido una tremenda injusticia con los niños.
Aquí no hay justificación que valga. El único derecho que tiene valor supremo es educar a los niños, pese al sacrificio del apostolado del docente.
¿Quién no sabe, señores, que un maestro gana poco y es una deuda social enorme que todo el país tiene con él? ¿Quién no sabe que por asistir a un aula, se va en el transporte una parte importante del suelo y queda poco margen para mantener a la familia? ¿Quién no sabe que hay ingratitud con el maestro en el país y que ver en estas condiciones a cada profesor es casi una característica cultural?
La gerencia se preocupa qué hacer. Y seguramente hay muchos en la terna que se convertirán en administradores educativos para implementar cómo hacerlo tras esta crisis. Quiera Dios que haya caja fiscal para atender el bono, incrementar progresivamente el sueldo y que los contratados tengan un mejor trato laboral, si diferenciación respecto de los otros estables. Pero, piano piano, es todo un proceso no necesariamente fácil de hacer.
Pero de ahí a cerrar la aulas, dejar de enseñar a los alumnos y salir a las calles para terminar por las patas de los caballos de la policia montada, no hay derecho. Los niños no pueden perder el año, de manera que aplaudo la decisión de la dirigencia del SUTEP en levantar la medida de fuerza en atención al clamor de cientos de miles de padres de familia que ruegan, imploran, piden no se pierda el año escolar.
El Ministerio de Educación, al que me dirijo con una venia reverente, debe planear oportunamente qué hacer para recuperar estratégiamente la competitividad de los alumnos. Ignoro qué cosa harán ni cómo lo harán las autoridades pero por cada niño atrasado habrá un punto menos de competitividad país, otro punto menos de riqueza y varios puntos hacia abajo en pobreza.
La autoridad, debe coordinar con sus cuadros más eficientes en todo el país para aumentar el numero de horas si acaso se puede compensar el tiempo perdido. Y debe organizar -ahora mismo- una Comisión Especial que haga el seguimiento y control -niveles estratégico, táctico y operativo- de todo lo planeado: salvar el año. Así sea.
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