Jesus Jiménez Labán
Quienes amamos y defendemos la democracia, queremos tambien que no se ciernan nubarrones sobre ella ni se pongan cortapisas para no revelar asuntos de interés público. Y esto supone, como dicen los periodistas, respeto absoluto por la ley, la libertad de expresión de los medios y un alto grado de tolerancia hacia las diferencias de opinión.
La democracia también se fortalece con la unión de todos los peruanos. Toda la energía de los líderes debería desplegarse en el entendimiento de todos. Una familia dividida difícilmente se mantiene en pie. Y, a veces, para entender lo que pasa en la política peruana, es necesario retroceder en el tiempo y en el espacio. Me valgo de un sesudo análisis del profesor Jose Nun Democracia: "Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos" que incluyo el respetado jurista Raul Ferrero en un compedio editorial como material de enseñanza de Derecho Constitucional General.
¿De dónde salió el concepto de elegir a un dirigente para que gobierne a muchos? ¿Qué significado tiene la voluntad del pueblo en esa decision? ¿Cómo se debe evitar que ese proceso se corrompa y que se interrumpla el diálogo poder-nación? Como se ve, son cosas complejas, aunque queda el supuesto de que "el poder tiene como fundamento el consentimiento libremente expresado de todos los ciudadanos" Pero, en medio de ellas, la pregunta insistente es, como apunta Nun, si hay un gobierno del pueblo o existe un gobierno de los políticos. Atenas y Esparta son puntos de arranque simbólicos.
La voz del pueblo con 60 mil personas expresada en el ágora ateniense o la aprobación espartana por aplausos de los dirigentes por 9 mil ciudadanos, es impracticable en una sociedad global numerosa, dispersa y compleja como la de hoy. No se ha encontrado nada mejor que la democracia representantiva por la cual el ciudadano vota por un candidato una plataforma politica u otra y le ratifica o niega su voto si después no satisfizo sus expectativas.
Como decía Max Weber, un buen gobierno depende de la calidad educativa de ciudadanos y de dirigentes, aun cuando en ese tiempo no estaba desarrollado el concepto de gestión pública. Ciudadanos informados y politicos capacitados para su misión pasa por la educación. Aquí en el Perú se repite la misma pregunta que se hicieron naciones industrializadas: ¿este es gobierno de pueblo o gobierno de los políticos?
Claro, Joseph Schumpeter (el Marx de la Burguesía como algunos lo llaman y revaluado como economista de la globalización), daba a entender que con el poder de la propaganda el ciudadano es, a veces, manipulado para que la elección de sus gobernantes sea lo que un conjunto de políticos quiere al lado de una franja intermedia de militantes, asesores y técnicos. No es la gente la que propone los problemas a resolver sino los políticos que una vez encaramados en el poder lo deciden todo, sin tener en cuenta el favor de los votantes.
El electorado siguiendo la lógica Schumperiana. funciona como un mercado en el que el partido actua como empresa, la propuesta política como producto y los ciudadanos como consumidores. Surge luego la tentación del político por la eternización en el poder. Cada cierto tiempo, a los ciudadanos sólo les toca aplaudir o no como en Esparta. Con el tiempo -como lo advirtiera Weber- viven para la política y viven de la política.
De ahí la pregunta, insisten los académicos, ¿este es gobierno del pueblo o gobierno de los políticos? No hay respuestas solventes porque es difícil encontrar una solución, pero el peligro acecha cuando hay aventureros o ideologías proscritas que quieren usar el mismo método o quieran colarse por los instersticios, si se quiere, para llegar al poder (hipotético caso negado), lo cual es la negación de la democracia.
Hay quienes dicen que sólo después de un fuerte desarrollo económico y social en un país, la democracia se asienta, pero creo que es al revés, es decir, se requiere sentar la bases de una democracia en la que se respete el estado de derecho, el imperio de la ley y no de las personas, la voluntad del elector para crear un ambiente favorable hacia el desarrollo, la justicia, para que gente coma, se cure, se eduque y alcance su autorealización.
Junto con la educación del pueblo -el soberano como lo llamaba Sarmiento-, está la urgencia de alternacia política para evitar la corrupción y que los recursos del poder perpetúen a los dirigentes, asi como la especialización de operadores y técnicos en administracion de justicia y en el manejo de las finanzas y una burocracia bien capacitada que goce de reputación.
Tiene que entenderse que la democracia es un medio de poner los intrumentos del poder al servicio de los ciudadanos y no de intereses particulares. Thomas Jefferson fue claro al decir esto: "de nada vale que los déspotas los hayamos elegido nosotros mismos: un despotismo electivo no es el gobierno por el cual hemos luchado"
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