LO QUE PASO AL SOCIETÉ GÉNÉRALE
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Por Jesus Jimenez Labán
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¿Puede un solo empleado burlarse de todo un sistema? ¿Hay controles en la supervisión? ¿Puede hacerse humo el dinero en pocos días y quedar libre de polvo y paja el culpable?
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Tales son las preguntas duras y enérgicas con que reaccionó el público francés cuando se convirtió en testigo del fraude interno excepcional contra Societé Générale, el segundo banco de Francia por su valor de mercado, que le costó US$ 7 mil millones. Esta enorme operación oculta, que pone alerta a todo el sistema, la llevó a la práctica un solo operador bursátil, identificado como Jerome Kerviel entre fines del año pasado y comienzo del que corre. Este corredor de Bolsa apostaba sobre el futuro desempeño de los mercados, caso que se parece como dos gotas de agua, aunque por un monto mucho menor, al de Nick Leeson, también corredor de bolsa que hizo desplomarse en 1995 al poderoso banco británico Baring, que tuvo que venderse en una libra esterlina, por malas inversiones en el índice Nikkei de Japón.
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No voy a describir, por supuesto, cómo supuestamente robó este operador, pero sí vale la pena resaltar, según informes de Societé Générale, que "el fraude se realizó en transacciones simples encubiertas por técnicas sofisticadas o variadas". Sea como fuere, lo cierto es que el joven soporta dos acciones legales en las que se le acusa por el uso indebido de "métodos fraudulentos" y de tramar "operaciones ficticias". Una proviene del propio banco y otra de los accionistas minoritarios.
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Esto indica tres cosas, a juzgar por los informes. Primero, se requiere de profesionales sumamente honestos en cualquier división financiera e inversiones. Segundo, no han desaparecido los agujeros de supervisión en operaciones bancarias y bursátiles. Y tercero, las tareas de control se vuelven débiles cuando están en manos de una sola entidad -es decir meter en el mismo saco tanto a bancos como la bolsa- porque eso puede suponer asimetría de información.
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Es realmente impresionante cómo se han repetido -sin corrección alguna- estos fraudes en diferentes países desde 1995 cuando se produce la caída del Barings por pérdidas superiores a los US$ 1200 millones. El caso de hoy es escandaloso, por decir lo menos, pues, según gente allegada a Nicolás Sarkozi, Kerviel, el corredor de bolsa, estaba manejando alrededor de US$ 70.000 millones de dólares, una cantidad superior al valor total del banco galo y del mismo tamaño que el déficit público anual francés.
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De manera muy parecida desde 1997 se han producido otros fraudes en el Allied Irish Bank y en el Banco Nacional de Australia y ahora en el Societé Générale que acaba de publicar una nota de prensa en la cual se disculpa con los accionistas y resalta la salud del banco.
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El Baring, que inspiró la película Rogue Trader (El Gran Farol), se fue a pique y el responsable, Nick Leeson fue condenado a 6 años y medio de prision. En contraste, el Societe Generale cierra en azul el año 2007 entre US$ 900 millones y US$ 1200 millones de dólares, lo cual ha determinado que continúe en el cargo el presidente de dicho Banco, Daniel Bouton, a quien el directorio no le aceptó su renuncia. Jerome Kerviel, que inspirará seguramente otra película en esta saga, ha sido enjuiciado por el Banco. Bouton ha calificado a Kerviel como ladrón y terrorista, pero la investigación alcanza también a sus principales jefes.
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Según varios analistas y operadores de sindicatos que lo conocen, nadie se explica "cómo un empleado de rango medio que gusta del Judo y la Navegación y que se muestra tímido y considerado ha podido hacer todo esto y que después de un año nadie se diera cuenta". Sus familiares, que dieron la cara luego del allanamiento del apartamento de Kerviel, creen que fue manipulado, algo que refuerza la tesis en el sentido que Jerome no actuó por su cuenta.
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Del análisis de este caso de película, podemos concluir que esta gente no es consciente -opera con sangre fría- de la enorme cantidad de dinero que manejan, de manera que cuando sus inversiones pierden en bolsa, nadie asume responsabilidades por esa pérdida que después asumen accionistas y ahorristas.
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Si no se toman medidas adecuadas para cubrir los agujeros, estos tipos de fraudes se continuarán repitiendo, algo sobre lo cual está ya advertido el Fondo Monetario Internacional, según fuentes familiarizadas con la situación. Se dice que para salvar el Banco, el directorio tuvo que deshacerse de sus activos por US$ 70.000 millones para evitar riesgos asociados al fraude, a pesar que era el peor momento para vender en el mercado, lo cual le ocasiono pérdidas de miles de millones.
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El caso Societe Generale ha trascendido los muros del Foro Económico Mundial, que se celebra con la participación de líderes mundiales en el balneario suizo de Davos donde expresaron su alarma por la magnitud del fraude y mostraron su preocupación porque el escándalo puede afectar la confianza en la economía. Y es que se especula que la crisis bursátil del último lunes negro se debió en gran parte a esta operación de venta masiva de papeles.
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Llama la atención que las penas sean benignas o nada disuasivas, pero el tema de fondo está en los candados que parece le falta al sistema y en la excesiva responsabilidad que se carga a gente joven e inexperta. La repetición de casos idénticos -elaborado montaje de transacciones ficticias y profundo conocimiento de sistemas de control- hace pensar que los agujeros "están en las áreas donde se encargan de riesgo o en el departamento de quejas, que son las áreas donde se puede controlar el dinero".
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Esto es lo que menos se necesita en un momento de turbulencias financieras. Hemos visto, pues, un típico delito de fraude, por cierto pluriofensivo por sus efectos desencadenantes al burlar la fe pública, hacer perjuicio económico y afectar a la sociedad en su conjunto..Cuando no hay fronteras éticas en los negocios, parece fácil desfigurar la realidad de los números. Aprovecharse de la situación económica, del nivel social y de los contactos que presentó como operador Jerome Kerviel..Como todos sabemos un fraude es peor que cualquier delito común contra el patrimonio. Y el remedio debe ser efectivo. Que el delincuente de cuello y corbata no encuentre agujeros –tapar todos los caños- y oportunidades de encontrar dinero sin control.
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Tales son las preguntas duras y enérgicas con que reaccionó el público francés cuando se convirtió en testigo del fraude interno excepcional contra Societé Générale, el segundo banco de Francia por su valor de mercado, que le costó US$ 7 mil millones. Esta enorme operación oculta, que pone alerta a todo el sistema, la llevó a la práctica un solo operador bursátil, identificado como Jerome Kerviel entre fines del año pasado y comienzo del que corre. Este corredor de Bolsa apostaba sobre el futuro desempeño de los mercados, caso que se parece como dos gotas de agua, aunque por un monto mucho menor, al de Nick Leeson, también corredor de bolsa que hizo desplomarse en 1995 al poderoso banco británico Baring, que tuvo que venderse en una libra esterlina, por malas inversiones en el índice Nikkei de Japón.
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No voy a describir, por supuesto, cómo supuestamente robó este operador, pero sí vale la pena resaltar, según informes de Societé Générale, que "el fraude se realizó en transacciones simples encubiertas por técnicas sofisticadas o variadas". Sea como fuere, lo cierto es que el joven soporta dos acciones legales en las que se le acusa por el uso indebido de "métodos fraudulentos" y de tramar "operaciones ficticias". Una proviene del propio banco y otra de los accionistas minoritarios.
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Esto indica tres cosas, a juzgar por los informes. Primero, se requiere de profesionales sumamente honestos en cualquier división financiera e inversiones. Segundo, no han desaparecido los agujeros de supervisión en operaciones bancarias y bursátiles. Y tercero, las tareas de control se vuelven débiles cuando están en manos de una sola entidad -es decir meter en el mismo saco tanto a bancos como la bolsa- porque eso puede suponer asimetría de información.
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Es realmente impresionante cómo se han repetido -sin corrección alguna- estos fraudes en diferentes países desde 1995 cuando se produce la caída del Barings por pérdidas superiores a los US$ 1200 millones. El caso de hoy es escandaloso, por decir lo menos, pues, según gente allegada a Nicolás Sarkozi, Kerviel, el corredor de bolsa, estaba manejando alrededor de US$ 70.000 millones de dólares, una cantidad superior al valor total del banco galo y del mismo tamaño que el déficit público anual francés.
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De manera muy parecida desde 1997 se han producido otros fraudes en el Allied Irish Bank y en el Banco Nacional de Australia y ahora en el Societé Générale que acaba de publicar una nota de prensa en la cual se disculpa con los accionistas y resalta la salud del banco.
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El Baring, que inspiró la película Rogue Trader (El Gran Farol), se fue a pique y el responsable, Nick Leeson fue condenado a 6 años y medio de prision. En contraste, el Societe Generale cierra en azul el año 2007 entre US$ 900 millones y US$ 1200 millones de dólares, lo cual ha determinado que continúe en el cargo el presidente de dicho Banco, Daniel Bouton, a quien el directorio no le aceptó su renuncia. Jerome Kerviel, que inspirará seguramente otra película en esta saga, ha sido enjuiciado por el Banco. Bouton ha calificado a Kerviel como ladrón y terrorista, pero la investigación alcanza también a sus principales jefes.
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Según varios analistas y operadores de sindicatos que lo conocen, nadie se explica "cómo un empleado de rango medio que gusta del Judo y la Navegación y que se muestra tímido y considerado ha podido hacer todo esto y que después de un año nadie se diera cuenta". Sus familiares, que dieron la cara luego del allanamiento del apartamento de Kerviel, creen que fue manipulado, algo que refuerza la tesis en el sentido que Jerome no actuó por su cuenta.
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Del análisis de este caso de película, podemos concluir que esta gente no es consciente -opera con sangre fría- de la enorme cantidad de dinero que manejan, de manera que cuando sus inversiones pierden en bolsa, nadie asume responsabilidades por esa pérdida que después asumen accionistas y ahorristas.
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Si no se toman medidas adecuadas para cubrir los agujeros, estos tipos de fraudes se continuarán repitiendo, algo sobre lo cual está ya advertido el Fondo Monetario Internacional, según fuentes familiarizadas con la situación. Se dice que para salvar el Banco, el directorio tuvo que deshacerse de sus activos por US$ 70.000 millones para evitar riesgos asociados al fraude, a pesar que era el peor momento para vender en el mercado, lo cual le ocasiono pérdidas de miles de millones.
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El caso Societe Generale ha trascendido los muros del Foro Económico Mundial, que se celebra con la participación de líderes mundiales en el balneario suizo de Davos donde expresaron su alarma por la magnitud del fraude y mostraron su preocupación porque el escándalo puede afectar la confianza en la economía. Y es que se especula que la crisis bursátil del último lunes negro se debió en gran parte a esta operación de venta masiva de papeles.
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Llama la atención que las penas sean benignas o nada disuasivas, pero el tema de fondo está en los candados que parece le falta al sistema y en la excesiva responsabilidad que se carga a gente joven e inexperta. La repetición de casos idénticos -elaborado montaje de transacciones ficticias y profundo conocimiento de sistemas de control- hace pensar que los agujeros "están en las áreas donde se encargan de riesgo o en el departamento de quejas, que son las áreas donde se puede controlar el dinero".
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Esto es lo que menos se necesita en un momento de turbulencias financieras. Hemos visto, pues, un típico delito de fraude, por cierto pluriofensivo por sus efectos desencadenantes al burlar la fe pública, hacer perjuicio económico y afectar a la sociedad en su conjunto..Cuando no hay fronteras éticas en los negocios, parece fácil desfigurar la realidad de los números. Aprovecharse de la situación económica, del nivel social y de los contactos que presentó como operador Jerome Kerviel..Como todos sabemos un fraude es peor que cualquier delito común contra el patrimonio. Y el remedio debe ser efectivo. Que el delincuente de cuello y corbata no encuentre agujeros –tapar todos los caños- y oportunidades de encontrar dinero sin control.