Miles de familias lo han perdido todo. Esto es solo una muestra de la magnitud del desastre. El mayor efecto del terremoto, sin duda, ha tenido lugar en los caseríos de las zonas rurales de Ica, donde las viviendas son muy precarias. Perder todo significa echar por tierra los esfuerzos, los ahorros y los sacrificios de toda una vida, especialmente en familias -como la gran mayoría- que gana 200 soles ($ 60) mensuales para sostener en promedio a cinco (5) niños. La ayuda internacional, ineexplicablemente lenta y burocrática en llegar, debe estar orientada hacia los niños privados de abrigo, medicinas, alimentos, carpas, ropa y materiales para construcciones pre-fabricadas, pero, sin duda, los Organismos Financieros Internacionales, deberían asignar una importante partida para la reconstrucción de estos pueblos dañados por el sismo. Esto no es para pensarlo dos veces, hay que actuar ¡ahora!
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