UNA RESPUESTA AFIRMATIVA
JESUS JIMENEZ LABAN
Por el flanco asiático la crisis financiera se complica. "Es hora de prender velitas", me escribe en un mail un amigo. Pero la vida enseña a no desesperarse. Es más bien tiempo de moverse, abrir los ojos y capitalizar nuevas oportunidades. ¿No es acaso cierto aquello de "a río revuelto, ganancia de pescadores"?
He visto -como usted también- cómo en la crisis de 2008, fortunas enteras se hicieron agua, millonarios pasaron a ser quebrados, los ricos conocieron la pobreza.
En una economía del conocimiento, la riqueza material es muy relativa. Son ahora ricos los que más saben y no los que mas tienen como antes. El dinero se ha convertido así en un estado mental, según investigaciones de la U. de Harvard.
Sólo cuando el hombre cae desde lo más alto, le da tiempo a la reflexión y a la filosofía que ninguneó todo el tiempo. Esto es lo que pasa ahora en muchos empresarios -especialmente banqueros del mundo- quienes tratan de replantear la motivación, los valores y el liderazgo.
Entiéndase por replantearse refugiarse en lo espiritual -un Ser superior a nuestras fuerzas-, en la verdad, la corrección, la probidad, y en la cultura del servicio en el que el liderazgo se defina más o menos así: ¿qué es lo que estás haciendo? ¿En qué te puedo ayudar?, cómo decía hace poco una banquero del Citi.
Pero al mismo tiempo me pregunto, ¿para qué replantearse con tanto bombo y platillo? Es posible que nazca de esta crisis un nuevo paradigma empresarial. Pero hay algo que permanece en el tiempo. Todo está en el Decálogo que enseña a no dañar al prójimo, no injuriar a la pareja, no mentir -en los precios, pesos, cifras, en las intenciones, no dar gato por liebre, no apropiarse de lo ajeno...
No es mentira lo que dicen los líderes espirituales. Uno tiene que aprender a alcanzar la felicidad que no es lo mismo que tener éxito. Emerson fue terminantemente claro en esto: "El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene".
Hay gente que no es feliz no teniendo riquezas y gente que no es feliz tampoco, aun teniéndolas. Entonces, falta algo más. Estar en paz con uno mismo, encontrar sentido a la vida, a lo que uno hace en la familia, la profesión, el negocio o la vida académica.
Encontrar sentido a la vida es dar, es entrar con desprendimiento a un cambio positivo, es pensar en los demás y después en uno. Por eso, grande es la política cuando deja su parte negativa y se centra en el bien común, en la Nación entera. Cuando un político sirve y no se sirve del poder, un empresario trabaja en una alianza entre la ética y los negocios, un parlamentario tiene claridad de pensamiento para dar las leyes y un juez probidad para aplicarlas, entonces el Perú habrá entrado por la senda del desarrollo y de la prosperidad.
Sí, con este telón de fondo es posible alcanzar la felicidad de las personas, de las familias y de las naciones, coadyuvando en la lucha auténtica contra la pobreza sin cálculo político, en la reponsabilidad social, el comercio justo o el balance social de la empresa y en la felicidad de los gobernados cuando todos juntos contribuimos a construir un Estado justo y solidario.
Claro, nadie conoce las interioridades de nadie. ¿Qué sería del mundo si conociéramos las intenciones y los deseos profundos de las personas?. Sólo Dios lo sabe.
Entonces, la clave está en no conformarnos con nuestros proyectos sino ir más allá: el servicio al bien común. Ponerle amor a las cosas, buscar la felicidad en el rostro feliz del otro.
Y, por qué no, llenar el vacío que falta en muchos: la sabiduría, esa lámpara -mas valiosa que la salud y la belleza- que ilumina a los hombres cuando han tomando una decisión equivocada y deben rectificarse, o han cambiado de rumbo cuando escucharon un buen consejo o se dejaron guiar por un buen ejemplo.
Empezamos la semana muy positivos. No hay nada de qué temer. Todo lo podemos. Somos invencibles si nos dejamos guiar por esa luz, aunque caminemos por avenidas oscuras.
Con humildad lo reconozco, soy el resultado de gente que me ha ayudado en la vida. Y por supuesto, por mi propio trabajo con orden y disciplina. Es dando que uno recibe. Hay que guardar siempre gratitud. Y eso se aprende en la familia y de gente buena.
Siempre habrá una oportunidad para servir... Mis mejores deseos para la semana que se inicia. ¡Feliz semana, amigos!