LA GRANDEZA DE DON MIGUEL GRAU COMO HOMBRE
JESUS JIMENEZ LABAN
Grau tuvo una infancia muy sufrida. Sin el cariño materno de doña Luisa Seminario, piurana, y un padre lejano, Juan Manuel Grau, oficial colombiano, no conoció los juegos de la infancia. Desde muy niño -el padre andaba a dos ripiques y un tambor, no tenía de dinero para mantener a sus hijos- se hizo a la mar, conoció el oceáno, a los 9 años cuando otros niños de su edad estaban todavía en las faldas de su madre.
Su infancia la pasó en el puerto de Paita, Piura. Pudo ser amargado y resentido, pero fue noble, entusiasta y optimista y atento a las operaciones marinas, según su biógrafos. A los 13 años ya trabajaba en un barquito en cabotaje desde Callao hasta Guayaquil.
Ganó experiencia como marino en la marina mercante -gente áspera con la que se hizo hombre, segun varios historiadores-. Siendo ya todo un lobo de mar, hablaba el inglés a la perfección y se enfrentaba a la vida solo, empezó a viajar a tierras lejanas: China, San Francisco, Nueva York. Incluso trabajó para una empresa de guano haciendo traslados desde Chincha hasta Liverpool en Gran Bretaña y a Burdeos.
Desde niño no había nada que no supiera de la vida marina (comercio de cabotaje, comercio largo, comercio del huano, ballenería etc.).
Los historiadadores dicen que hizo un enraizamiemto afectivo muy grande con su padre. Aun así, desoyó a su muerte el pedido de su padre en Valparaiso de no unirse a la insurrección de Prado contra Pezet, que es lo que llevaria a la guerra contra España. Combatió en la batalla de Abtao de 1866-estuvieron juntos marinos peruanos y chilenos- en rechazo a la poderosa armada española. Arturo Pratt y Miguel Grau pelearon juntos, codo a codo contra un enemigo común: España. Luego pelearian a muerte como enemigos en la Guerra del Pacífico.
Grau fue un hombre que se hizo solo, estudió tarde para ser guardamarino y refinó sus maneras cuando ingresó a la Marina de Guerra del Perú. Ya maduro se casó con una mujer joven, doña Dolores Cavero, hija de vocal de Tribunal de Cuentas, teniendo 10 hijos, de los cuales 8 sobrevivieron. Vivio en el Jr. Huancavelica de Lima. Su amor y su afecto fueron hasta la hora final, incluso en sus ultimas cartas afectuosas, antes del Combate de Angamos.
Pese a tener el Perú en su mano mientras comandaba el Huáscar, en tiempo de guerra, se acordaba de su vida doméstica, preguntando a su mujer si había ido al médico, si el mandil de sus hijos estaba limpio, si le habian pagado, o si habian resuelto las tareas sus hijos.
Miguel Grau Seminario es ejemplo para los jóvenes, expresión de virtudes perdidas en muchos hombres: la sencillez, cumplimiento del deber, de la verdad.
Incluso, en pleno combate, aun sabiendas que no iba ganar por la superioridad militar del enemigo, lucha y conduce el Huascar con la victoria en la mente.
Grau y el Huáscar, siguiendo la descripción de marinos de la Covadonga, era un fantasma, aparecía y desaparecía en los mares. Causó temor y preocupación en el enemigo de entonces por largos meses. Generó irritación política a tal punto que se cambió el comando. Chile replanteó la estretegia y decidió capturar a Grau.
Decidió entonces el Caballero de los Mares afrontar su destino. Ya en combate, el Huascar hizo un primer disparo dando en el blanco pero sin mayor estrago por el blindaje del buque enemigo. Quince minutos después hizo impacto una bomba en el puente de mando y luego otra, matando a Grau y a su compañero de armas Diego Ferré.
En tal circunstancia tomaron el mando cuatro oficiales peruanos cayendo todos en combate. Fue el teniente Pedro Garezon (25 años) quien ordeno abrir las válvulas para hundir el Huascar para irse todos a pique, pero los chilenos abordaron y capturaron el Huáscar.
Con el 20 por ciento del personal fallecido, todos heridos y sin ningún cañon operativo, en esa hora fatal, la bandera se recogió para hundirla en el mar mientras los oficiales que aun quedaban vivos tiraban todos sus sables. Pero la captura fue imcompleta, sin GRAU.
Como decía Raul Porras Barrenechea, "en el legendario Huáscar hemos navegado todos, ustedes y yo, alguna vez en nuestro sueños aprendiendo la congoja y el orgullo de ser peruanos"
Con la ilustriación histórica de destacados historiadores Jose A. de la Puente Candamo, Jorge Ortiz, Manuel Zanutelli, contralmirante Fernando Casaretto