LA HORA DE ROMPER LOS COMPADRAZGOS EN EL TRANSPORTE PUBLICO
JESUS JIMENEZ LABAN
El transporte público es un problema mayúsculo para la seguridad de ocho millones de almas en Lima. Letras mayúsculas para la madriguera del delito. Si no fuera así que algún buen samaritano muestre con cifras lo contrario. No existe duda que tras la sombra del transporte público se parapeta una guarida de delincuentes –carteristas, secuestradores, homicidas, violadores etc.
La solución es simple. No entiendo por qué tanto enredo técnico. Las autoridades tienen que recuperar su liderazgo. Retomar la autoridad significa dejar fuera de la pista a los transportistas informales que en realidad son chantajistas cada vez que alguien intenta tocarlos en beneficio del sufrido público. Como es un tema sensible tomar al toro por las astas no ha sido del todo políticamente rentable.
Si el ciudadano merece respeto y hay algún candidato que lo tome en serio, no queda duda que es la hora de actuar en las rutas, las concesiones y las licitaciones para acabar con ese cuadro indignante de tener pasajeros convertidos en sardinas dentro buses, micros, custers y toda esa fauna. Creo que hay transportistas con desarrollado criterio gerencial, manejo de costos y responsabilidad social para devolver dignidad al transportista.
El transporte metropolitano es también tierra de nadie. Pregunten a cualquier ciudadano si tiene alguien a quien reclamar cuando las rutas no se cumplen, los pasajes aumentan y el hacinamiento de pasajeros es una tortura china diaria. Los informales no creen en nadie. Es realmente criminal cuando uno está manejando en su propio auto y es embestido por uno de esos animales mecánicos sin tener autoridad a quien recurrir.
Los candidatos elegidos para salir en la pantalla de TV han hecho conocer sus propuestas técnicas. Claro, no les podemos atribuir autorías porque son, como su propio nombre lo indica, estudios técnicos hechos para cualquier operador político. No parece mala idea establecer turnos de operación para los más de 150 mil taxistas en Lima. Tendría ventajas –ahorro de tiempo, ordenamiento vehicular, meno estrés- pero ¿se puede? ¿Quién controlaría a todos los taxistas? Ahí hay un problema logístico enorme.
Sin embargo, se hicieron escuchar con la conveniencia de la “ley de chatarreo” para modernizar la flota. ¡Qué cosa! ¿Vamos a premiar a esos informales por el chantaje? ¿Concesiones a 15 años para extender el suplicio de millones de personas con un transporte irresponsable que no tiene comparación en el mundo? Con todo respeto, señores, tienen que convocar a nueva gente. No se puede seguir hablando con los chantajistas y seguir hipotecando a futuro el bienestar público.
Tenemos que romper el compadrazgo de acero en el transporte público que no es moco de pavo porque mueve miles de millones de dólares. Si es cierto lo que hemos escuchado a los expertos y visto en las gráficas del transporte público, el Metropolitano junto con el Tren Eléctrico (que cuesta US$ 40 millones por km) cubre el 10 por ciento de la demanda total. ¿Qué hacemos con el 90 por ciento que queda?. Tenemos que concesionar y crear una cultura de libre competencia en el transporte público, cuyo interés superior es el ciudadano.